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FÚTBOL Liga de Campeones

"Cada día estoy más a gusto", afirma el portugués

El Bernabéu tiene un nuevo dios. Se llama Figo, y la religión de su fútbol ha calado en el corazón de todos los madridistas, descreídos y fundamentalistas incluidos. Nadie tiene ya en cuenta la herejía de su pasado, cuando era el ídolo de la iglesia del mayor enemigo: el Barcelona. Nadie cree ya que una tentación de 10.170 millones de pesetas sea demasiado cara. Aunque se caiga en ella. Figo ha hecho el milagro. Tan amado era antes en Barcelona y odiado en Madrid como ahora al contrario. Para demostrarlo, ahí está el atronador y unánime clamor que ayer entonó el Bernabéu: "¡¡¡Figo, Figo, Figo!!!".Se olía el final del partido cuando el portugués cogió una pelota en el costado izquierdo del ataque. Cara a cara frente al defensa; la pelota bien pegadita al pie; un pequeño toque hacia delante, en dirección al área... Lo mismo que repitió una y otra vez durante todo el encuentro. Lo mismo que ha repetido una y otra vez a lo largo de su carrera deportiva. El defensa queda atrás, saca la pierna, toca el tobillo, falta... Como tantas otras veces. Esta vez, penalti. Y el Bernabéu a cantar: "¡¡¡Figo, Figo, Figo!!!". Con Hierro en el banquillo y Raúl envuelto en un mar de dudas, la afición eligió al portugués por aclamación. Que lo tire Figo. Y él lo tiró; y lo marcó: 5-3.

Según Vicente del Bosque, que inmediatamente después lo sustituyó para que recibiera el tributo de la grada, aunque el técnico lo explicó como un gesto "testimonial", fueron los propios jugadores los que sobre el campo lo decidieron así. Roberto Carlos explicó después que lo tiró Figo "porque Raúl no quiso".

Sonó a reconocimiento sincero de una grada que, hace sólo medio año, le tenía por su mayor enemigo. Pero también a desagravio anticipado. A respaldo moral cuatro días antes de que el jugador más caro en la historia del Madrid afronte el mayor reto de su carrera deportiva: la vuelta a un Camp Nou que, por primera vez desde que en 1995 llegó a España, no se romperá las manos por aplaudirle.

El jugador agradeció el gesto, pero se lo toma con filosofía. "Es muy importante no sólo el resultado, sino que la gente disfrute. Personalmente, lo intento hacer lo mejor posible. Me voy notando mejor, cada día estoy más a gusto, pero hay que ser realista. En el fútbol, lo que hoy es verdad mañana puede ser mentira".

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