El síndrome sigue vivo

Toda la semana anunciando que éste era un nuevo Deportivo, que el título de Liga lo había transformado anímicamente, que el equipo había adquirido el cuajo necesario para no asustarse en los grandes estadios, y, finalmente, los gallegos volvieron a escribir el pasado sábado en el Bernabéu la misma vieja historia. Desde 1991, cuando ascendió a Primera División, muchas cosas han cambiado en el Deportivo, pero una se mantiene inalterable: sigue sin ganar en Madrid y Barcelona.En toda la historia de la Liga, el cuadro gallego no ha ganado nunca en el Camp Nou y sólo una vez en el Bernabeu. Para buscar la última victoria deportivista en Chamartín hay que remontarse casi al paleolítico: ocurrió en 1956 (el resultado fue 1-2) y en las filas del Deportivo se alineaba un prometedor extremo de nombre Arsenio Iglesias.

La historia del Deportivo cambió en 1991. De equipo perdido en Segunda o, en el mejor de los casos, con fugaces estancias en Primera, el conjunto coruñés, bajo la audaz presidencia de Augusto César Lendoiro, se abrió un hueco entre los grandes. En estas nueve temporadas, el Deportivo ha alcanzdo hitos históricos: sus primeros títulos nacionales -una Liga, una Copa del Rey y dos Supercopas- y su estreno en las competiciones europeas, de las que se ha hecho un asiduo. Pero cada vez que visita a uno de los dos grandes, vuelve a ser aquel humilde conjunto que no aspiraba más que a la supervivencia.

La estadística de las últimas temporadas resulta demoledora: con el partido del sábado, el Deportivo suma 19 visitas al Bernabéu y el Camp Nou. Todo el botín alcanzado en este periodo se reduce a cuatro empates, dos en cada uno de ambos estadios. Es verdad que el Deportivo sí ganó un partido oficial en el Bernabeu en 1995. John Toshack se sentaba en el banquillo, y los gallegos vencieron 2-1. Pero se trataba del choque de vuelta de la Supercopa, un torneo que tiene más de bolo veraniego que de choque de verdadera altura.

El propio entrenador del Deportivo, Javier Irureta, reconoció en vísperas de su visita a Chamartín que ganar en los estadios de Madrid y Barcelona era la última "asignatura pendiente" del campeón de Liga. Al terminar el choque del sábado, tuvo que resignarse a la evidencia: "No hemos aprobado la asignatura, pero el año que viene vendremos otra vez a examinarnos". De momento, el síndrome sigue vivo.