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Un poco de historia

En este fin de semana en que se celebra la XIII Asamblea de IU de Andalucía en Torremolinos, creo que no está de más recordar que IU fue un invento andaluz. Fueron los ciudadanos andaluces los que, en las elecciones autonómicas de 1986, que se celebraron simultáneamente con las elecciones generales, pudieron por primera vez depositar su voto en favor de una opción política que concurría bajo las siglas Izquierda Unida-Convocatoria por Andalucía. En las elecciones generales de ese mismo año, la oferta electoral de izquierda distinta de la del PSOE se hacía toavía bajo las siglas PCE-PSUC. Únicamente en Andalucía en 1986 los ciudadanos pudimos pronunciarnos por una opción de izquierda que no fuera socialista, sin votar por ello una opción comunista.Este invento, conviene recordar también, se debió al ingenio de Julio Anguita. Fue el alcalde cordobés el que, tras haber ganado por mayoría relativa en las elecciones municipales de 1979 y por mayoría absoluta en las de 1983, decidió arriesgarse a dar el salto a la política regional y presentarse como candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía. Para ello entendió, con buen criterio, que no podía presentarse exclusivamente como el candidato del PCE, sino que tenía que dirigirse a una base electoral más amplia. De ahí surgió la sustitución de las siglas PCE por las de IU-Convocatoria por Andalucía. El éxito espectacular de la fórmula en las elecciones autonómicas andaluzas y el fracaso del PCE-PSUC en las elecciones generales conduciría poco después a su aceptación con carácter general en todo el Estado y para todo tipo de consultas. Desde 1986 la fórmula IU ha sustituido por completo a la fórmula PCE no sólo en las convocatorias electorales, sino también en la política diaria.

La intuición de Julio Anguita fue de las que cabe caracterizar sin temor a exagerar como genial. Gracias a ella los comunistas españoles, a diferencia de lo que les ocurrió a los comunistas de los demás países europeos occidentales, pudieron anticiparse a la caída del muro. Mientras que los comunistas italianos, que habían constituido, con mucha diferencia, el partido comunista más poderoso de todo el Occidente europeo, tuvieron que hacer desaparecer las siglas PCI y refundarse a marchas forzadas en 1990, los comunistas españoles se encontraron con ese problema resuelto en momento tan decisivo. La intuición de Julio Anguita les había permitido anticiparse a los acontecimientos y ganar un tiempo precioso. Los resultados electorales en las diversas consultas que se celebrarían en España y, muy especialmente, en Andalucía en los primeros años noventa así lo acreditarían de manera indiscutible.

Porque no se nos debe olvidar que fue en Andalucía, en las elecciones autonómicas de 1994, donde IU ha obtenido sus mejores resultados electorales desde 1986. Por primera vez desde 1982, IU conseguía poner al PSOE en minoría y le obligaba a llegar a algún tipo de acuerdo con ellos para poder gobernar. El lema Juntos podemos con el que el PCE concurrió a las elecciones autonómicas de 1982 y que no sirvió para nada ante la magnitud de la victoria socialista en ese año, se hacía por primera vez realidad. El PSOE ya no podía dirigir sólo la comunidad autónoma. Únicamente podía hacerlo con el concurso de IU. Esto, sin duda alguna, había que ponerlo en el haber de Julio Anguita.

Sería, sin embargo, la administración del éxito electoral andaluz de 1994 por el propio Julio Anguita la que conduciría a la calamitosa situación en que IU se encuentra ahora mismo. En lugar de insertarse en positivo en el sistema político andaluz con la fuerza que le habían otorgado los ciudadanos, IU en Andalucía subordinó por completo su estrategia en la comunidad autónoma a su política nacional y optó por una inserción en negativo, privilegiando su relación de oposición con el PP frente a una posible colaboración en el Gobierno con el PSOE. Con esta manera de proceder, IU en Andalucía no sólo se encaminaba al precipicio, sino que anticipaba, además, el declive de IU en todo el Estado.

Esto se empezaría a ver con claridad en las elecciones de 1996, año en el que volvieron a coincidir las elecciones generales y autonómicas. En las generales IU no obtuvo un mal resultado, pero en Andalucía sí. El por qué de esta diferencia es claro. Los electores andaluces tenían una información de la que carecían los ciudadanos del resto del Estado. Bastaría con que esa información estuviera a disposición de todos los ciudadanos para que el deterioro andaluz se convirtiera en deterioro general. Y esto es lo que ocurriría a partir de 1996 en todas las elecciones: generales, autonómicas, municipales o europeas.

Andalucía ha hecho IU, pero también la ha deshecho. Sin el impulso andaluz IU no habría nacido o, al menos, habría tardado mucho más tiempo en constituirse, retrasándose con ello la recuperación política y electoral de la izquierda no socialista. Si IU hubiera tenido que ser inventada después de 1989, el panorama político y electoral español de la primera mitad de los noventa hubiera sido probablemente muy distinto. Pero si IU no hubiera puesto en práctica en Andalucía en 1994 la política que puso en práctica, también hubiera sido probablemente muy distinto el panorama político y electoral de la segunda mitad de la década. Sin Andalucía y sin Julio Anguita no se puede entender el lugar de la izquierda no socialista en el sistema político español en estos últimos 15 años. En lo bueno y en lo malo.

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Por eso la Asamblea de IU en Andalucía que se celebra este fin de semana no es una más de las asambleas que se han celebrado en estos últimos meses en el resto de las comunidades autónomas. Y no sólo por el número de delegados que van a representar a Andalucía en la Asamblea Federal en la que tendrá que ser designado el coordinador general que sustituya a Julio Anguita. El problema de IU en Andalucía no es simplemente cuantitativo. Lo que ocurre en IU en Andalucía es lo que suele acabar ocurriendo en todo el Estado. Si la XIII Asamblea en Andalucía no acaba bien, difícilmente acabará bien la Asamblea Federal.

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