El otro sanatorio de Gorliz
El centro de recuperación de animales ha atendido en 15 meses a más de 700 ejemplares
Tiros y atropellos
Más de 700 animales atendidos, el 80% de ello aves, y casi la mitad liberados otra vez. La Diputación de Vizcaya se muestra satisfecha de su centro de recuperación de fauna silvestre de Gorliz, que tiene otras dos instalaciones homólogas en Guipúzcoa y Álava. "En comparación con otros centros, la cifra del 45% de animales recuperados supone un alto grado de éxitos", dice Patxi Sierra-Sesumaga, diputado foral de Agricultura.El centro de Gorliz lleva 15 meses en funcionamiento y nació envuelto en la polémica. Sus funciones se realizaban desde 1994 en otro lugar, en el parque El Carpín de Carranza, a cargo de la fundación privada Xabier Maiztegi. Pero las disputas -la Diputación le acusaba de incumplir el convenio firmado y la fundación censuraba la nula promoción del parque porque querían hundirlo- llevaron a trasladar las labores de recuperación a Gorliz, un ubicación menos aislada que la de Carranza, como deseaba la institución foral.
El centro de Gorliz tiene un cometido claro: recuperar animales sólo de la fauna silvestre vizcaína, incluso empleando tratamientos quirúrgicos, y su posterior liberación en el mismo lugar donde se recogieron.
El ingreso de animales, en la mayoría debido a la llamada de particulares o la acción de guardas forestales, se repite por las mismas causas: en las aves, que supone el 80% del total de animales atendidos, una de cada cuatro ha sufrido disparos de cazadores, un 12% golpes y otro 7% ha resultado atropelladas; en el caso de los mamíferos, la mayoría entra en el centro por los atropellos.Más de un centenar de especies diferentes ha pasado en estos 14 meses por Gorliz. Por ejemplo, todas las rapaces nocturnas (64 ejemplares) existentes en Vizcaya salvo el búho chico, un alimoche y dos milanos reales -consideradas como especies vulnerables en el catálogo de vertebrados amenazados del País Vasco-, una tortuga mora que fue trasladada al centro de recuperación desde Alicante e incluso una foca gris, que se perdió y desembocó en la costa vizcaína. "Esta especie se reproduce a finales de otoño en las costas de Gran Bretaña y la Bretaña, quedando expuesta a los numerosos temporales. Algunas crías, sobre todo las más débiles, se pierden de sus madres y son arrastradas hasta el Cantábrico. Por eso aparecen entre diciembre y febrero", explica Sierra-Sesumaga.
La labor del centro tiene también su apartado ingrato. La mitad de las aves recogidas fallece, bien a los pocos días de su ingreso o en el proceso de recuperación. "Es algo habitual, porque llegan muy tocadas. Si han podido ser recogidas es por el estado en el que están, con heridas y gangrenas que no pueden ser recuperadas", señala Iñaki Intxausti, director del centro de Gorliz, municipio que tiene el privilegio de contar con dos hospitales: el hospital sanitario, junto a la playa, y esta clínica, monte arriba.
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