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Los inmigrantes mantienen las protestas tras el desalojo de los encerrados en la iglesia de San José

Tres de los siete inmigrantes desalojados por la policía la noche del miércoles del sótano de la iglesia de San José en Almería, donde estuvieron 23 días en huelga de hambre en demanda de permisos de residencia, se han sumado a la protesta que mantiene un centenar de magrebíes en las inmediaciones del templo. El párroco de San José, Antonio Sánchez Segovia, aseguró ayer que los inmigrantes salieron de forma voluntaria. Los expulsados desmintieron esta versión y denunciaron coacciones: "No fue a la fuerza, pero sí diciéndonos que, si no salíamos por nuestro propio pie, sería a la fuerza"

El desalojo de inmigrantes, las protestas de los vecinos, el mal tiempo y la falta de medios no han reducido la concentración de magrebíes en la calle Sor Policarpa. Los colchones y cajas de cartón extendidas durante los últimos 20 días en la calle fueron amontonadas ayer en la acera para evitar la lluvia. Del centenar que sigue la protesta, algunos han tenido que recurrir a un centro para indigentes. "Comenzaron a ir al comedor de Cáritas porque algunos ya no tienen dinero después de tantos días. Pero hoy está cerrado porque es día de fiesta, así que tomaremos café para calentar el cuerpo", se dolía Ahmed El Aissati, uno de los magrebíes que hacía las veces de portavoz.Algunos vecinos del barrio, donde el miércoles se convocó una protesta contra los efectos de la concentración y que fue secundada por medio centenar de personas, repetían sus quejas. "¡Estamos hasta la coronilla! Tenemos que taparnos las narices. Esto es una vejación y es ridículo", dijo un hombre, quien culpó a los medios de comunicación de la situación en el barrio. "Y vosotros [los periodistas] sois unos piojosos que lo estáis liando todo", espetó.

Los inmigrantes eluden estos reproches, pero lamentan otras actitudes más agresivas. "La noche del miércoles pasaron varias motos y nos tiraron piedras y botellas al pasar a nuestro lado, mientras dormíamos. La policía no hizo nada", explicó Ahmed El Aissati.

Poco o nada ha cambiado desde el desalojo. La intención del centenar de extranjeros, magrebíes y subsaharianos, es no moverse de la calle Sor Policarpa. "Seguiremos concentrándonos aquí. Aunque tampoco nos vamos a limitar a esto simplemente", adelantó uno de los portavoces.

Tanto Mohamed Rigragui, Aziz Bouchuntou como Mohamed J. G., los últimos en abandonar la iglesia, aseguran que fueron sacados de los sótanos mediante coacciones y amenazas por tres policías y el sacerdote.

El párroco afirmó ayer que tres inmigrantes dejaron la iglesia de forma voluntaria y por las puertas traseras del edificio, "por miedo a represalias" de los compatriotas concentrados.

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Según Sánchez Segovia, los africanos han decidido unirse al primer grupo que abandonó el templo tras atender las recomendaciones del subdelegado del Gobierno, Fernando Hermoso, quien se comprometió a revisar los expedientes de regularización con "generosidad".

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