"Me voy superfeliz"
Manel Estiarte deja la piscina tras haber disputado seis Juegos Olímpicos
"Me voy superfeliz por todo. ¿Cómo me voy a ir? Si me hubieran dicho que iba a disputar seis Juegos Olímpicos y que iba a ganar todo lo que he ganado cuando tenía ocho años; cuando empezaba a entrenarme cada día a las ocho de la mañana en Manresa; cuando mis hermanos Albert y Rosa, que en paz descanse, me animaron a dedicarme al waterpolo...". Manel Estiarte, con lágrimas en los ojos, ya no pudo contestar más preguntas y se fue al vestuario, en el que le esperaban sus compañeros, en el que todos se consolaron, en el que volvieron a hacer una piña en torno a su líder. Estiarte, que el próximo día 26 cumplirá 39 años, se retira del waterpolo 20 años después de que empezara a hacer leyenda en sus primeros Juegos, los de Moscú 80. Todos lamentaron tanto no haberle podido dedicar la victoria que no hubo uno siquiera que no rompiera a llorar cuando fue preguntado al respecto.Estiarte, que fue el último en abandonar la piscina del Centro Acuático, trató de hacer un compendio de sus sentimientos en un momento único: "Me voy con gratitud hacia un equipo, hacia un entrenador, hacia unos directivos que me han dado su amistad y que recordaré siempre porque hemos pasado juntos muchas emociones. Creo que hemos hecho unos grandes Juegos. En este partido jugábamos muy mermados. Pero creo que no tiene que haber amargura, sino serenidad, porque hemos dado todo lo que teníamos en la piscina".
El jugador más admirado del waterpolo mundial y también uno de los que más títulos ha ganado, puesto que ninguno falta en su historial tanto a nivel de selección como de clubes, no puede evitar que aflore su vena sentimental y melancólica. Le gusta subrayar su admiración hacia aquellos jugadores que han superado malos tragos. Y en momentos de gloria o de derrotas dolorosas como la de ayer recuerda episodios tristes, momentos duros. Ayer volvió a llorar, emocionado y aplaudido por todos, por el público, por los enviados especiales de la prensa extranjera, por los directivos, por los voluntarios. Se fue un ídolo.
No lo cuenta, no le gusta hacerlo. Pero las historias de superación personal empiezan por la suya, la de un chaval que tuvo que abandonar Manresa para triunfar en Barcelona.
Estiarte ganó el oro olímpico en Atlanta, el último Campeonato del Mundo y ha sido cuatro veces máximo goleador en la cita olímpica, tres en la mundial y ocho en la europea. Ayer se despidió una leyenda del deporte español.
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