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Tribuna:CUADERNO DE TEATRO
Tribuna
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Londres: House & Garden

Marcos Ordóñez

- 1. El NT no teme a la comedia. El National Theatre no se corta un pelo -otro ejemplo a seguir- a la hora de programar comedias, de considerarlas textos teatrales "aunque sean divertidas", de verlas como piezas "clásicas", pretéritas o contemporáneas. Cuando lean ustedes esta página, estará a punto de reponerse en el Lyttelton, con todos los honores, una de las cumbres de la comedia británica, Noises off, que aquí conocemos muy bien, ya que se dio, dos veces, en salas comerciales, con el título de Pel davant i pel darrera, para no hablar de la soberbia adaptación al cine de Bogdanovich, Qué ruina de función. En estos días, pues, Michael Frayn tendrá dos funciones en el West End, dos funciones que no pueden ser más distintas en tono, temas e intencionalidad: Copenhaguen, que también hemos visto, sobre el encuentro entre los padres de la bomba atómica, tres personajes y un tema a priori duro pero apasionante, que ya ha entrado en su segundo año en el Duchess Theater, y Noises off, para mi gusto la mejor farsa que se haya escrito sobre las entretelas (o, mejor, entretelones) del mundo teatral.Pero la gran comedia de la temporada ha recalado en el National, con llenos absolutos y bofetadas para conseguir localidades, y no ha sido una sino dos, gentileza de sir Alan Ayckbourn: House & Garden, un double bill emparentable, en cierto modo, con Noises off, porque también nos presenta el anverso y reverso de una situación dramática. Ayckbourn, el comediógrafo más prolífico (56 obras, que se dice pronto) y más representado del Reino Unido después de Shakespeare no es un completo desconocido para el público catalán. Aquí se han estrenado, en los últimos años, que yo recuerde, tres funciones de su primerísima época -Absurd person singular (Bones festes, Teatreneu, 1992), How the other half loves (Amor a mitges, Villarroel, 1994) y Relatively Speaking (De què parlàvem, Teatreneu, 1995, luego repuesta en el Arnau)- y un montaje, desastroso, de la última: Comunicating doors (Portes comunicades, 1996, también en el Arnau).

- 2. Sir Alan se divierte. A Ayckbourn (agudamente calificado por Michael Billington como "a left-wing writer using a right-wing form") le encanta complicarse la vida, marcarse retos estructurales y juegos cada vez más difíciles. Su terreno de juego -en líneas muy generales- es el vodevil ácido, los tormentos de la vida matrimonial, las frustraciones y pavoneos de la clase media inglesa y las venalidades de su clase alta. Para citar tan sólo unos pocos ejemplos de esos retos, mencionemos la simultaneidad en un mismo escenario de tres alcobas y tres matrimonios distintos (Bedroom Farce, 1975), o el mismo espacio en tiempos alternos pero coincidentes (el comedor de How the other half...), el corte en sección (modelo 13 Rue del Percebe) de la casa de Taking steps (1980), el yatecito que surca el Támesis en Way Upstream (1981), hasta llegar a la locura combinatoria de las 16 escenas alternativas de Intimate exchanges (1982), que Resnais llevó al cine, en versión reducida, como Smoking / No smoking. A Sir Alan le encanta sobremanera jugar con el off, con lo que sucede fuera de campo, y, así, House & Garden tiene sus más directos precedentes en Absurd person singular (con los personajes progresivamente encerrados en la cocina, mientras buena parte de la acción, que no veíamos, se desarrollaba en el comedor) y, sobre todo, en The norman conquests (1974), la historia de un libertino profesional contemplada desde tres ángulos diferentes: comedor, sala de estar y jardín.

En este caso, Sir Alan ha ido todavía más lejos. House & Garden son dos comedias unidas que se representan simultáneamente en dos teatros vecinos, con los mismos personajes y, naturalmente, con el mismo reparto. Esto quiere decir, de entrada, que los actores se pegan un tute de alivio: acaban una escena en la casa, en el Lyttelton, y corren por el laberinto de pasillos del National para continuar la acción en el jardín, que ocupa todo el escenario del Olivier. Cada obra puede verse por separado y en el orden que el público decida; es evidente que no se pueden ver las dos el mismo día. Como suele hacer siempre, Ayckbourn estrena sus comedias (habitualmente dirigidas por él mismo) en su teatro, el Stephen Joseph Theatre de Scarborough, una villa costera, y un tiempo después, ya rodadas, llegan a West End, al NT en este caso, donde se presentaron el pasado agosto.

- 3. Fawlty towers + La règle du jeu. La acción de ambas comedias transcurre, como sus títulos indican, en la casa y el jardín de los Platt, Teddy y Trish, un matrimonio en alza financiera y bancarrota sentimental, a lo largo de un sábado de agosto, entre las ocho de la mañana y las seis de la tarde. House, la más frenética de las dos, una verdadera máquina de risas, comienza cuando Teddy Platt (fantástico David Haig, escuela John Cleese), el industrial más rico de la comarca, está esperando la visita de Gavin Ryng-Mayne (el impecable Malcolm Sinclair), escritor y político tory, el arquetipo del gentleman tras el que se esconde un cínico brutal, acusado de corrupción de menores, y que jugará todas sus cartas para utilizar a Teddy como tonto útil para las próximas elecciones... y seducir maquiavélicamente a Sally (Charlie Hayes), la lolitesca, izquierdista y trepadora hija de los Platt. El problema uno es que Trish (la extraordinaria Jane Asher) ha decidido ignorar por completo a su marido, literalmente como si no le viera, porque ha descubierto que Teddy está liado con Joanna (Sian Thomas), la esposa de Giles (Michael Siberry), el médico del pueblo y el mejor amigo de Teddy. El problema dos es que esa misma mañana Teddy acaba de romper con Joanna para no enturbiar su inminente carrera política, y que Trish acaba de contarle a Giles la verdad del affaire. En ese clima de gran concordia hace su entrada Lucille Cadeau (Zabou Breitman), una actriz francesa en decadencia (empezó en la Comédie y ha acabado rodando películas de serie Z), que viene a inaugurar la fiesta campestre en el jardín de los Platt, que reunirá a todo el pueblo... y a someterse a una cura de desintoxicación porque si prueba una sola gota de alcohol las consecuencias pueden ser desastrosas. House es una comedia redonda, perfecta, quizás la mejor que Ayckbourn ha escrito en los últimos años, pero algunos de los personajes que aparecen en ella (la pobre Joanna, la alcohólica Lucille y, sobre todo, el trío de criados -Warn, el jardinero, su esposa Izzie y su hija Pearl- no desarrollan plenamente sus historias hasta Garden.

Frente a la trepidación de House, Garden es una farsa negra, una especie de versión oscura del Sueño de una noche de verano. Descubrimos que Warn (Peter Laird) está liado con Pearl (Nina Sosanya), la hija de su esposa Izzie (Antonia Pemberton), y la preparación de la fiesta se convierte en una escalada de desastres: todo se rompe, todo se derrumba, sobre todo la salud mental de la pobre Joanna, el personaje más amargo de la función. Como contrapunto tenemos el optimismo y la bondad a prueba de bombas de Giles, que ha heredado su hijo, el gordo y atribulado Jake (James Bradshaw), enamorado sin esperanzas de Sally, padre e hijo unidos frente al caos que se abate sobre la mansión y las vidas de todos ellos. Y la maravillosa escena en la que Teddy y Lucille se confiesan, borrachos perdidos y zambullidos en la fuente, sus respectivas penas, sin entender ni una palabra -ella no habla inglés ni él francés- pero entendiéndose y acercándose como nunca.

Para que se hagan una idea del tute actoral, les diré que cada obra dura 2 horas y 20, pero, no contentos con eso, al acabar la función de noche, los cómicos se quedan entreteniendo al público durante 45 minutos más, porque el foyer del National, cubierto de césped artificial, reproduce la fiesta campestre de Garden, con sus casetas de tiro de anillas, sus tómbolas, la carpa en la que Pearl adivina el futuro, etcétera, mientras (¡así se hacen las cosas, señoras y señores!) se reparte a los espectadores un falso periódico local, The Pendon Pennant, donde aparece desde la biografía de la actriz francesa, la noticia (en portada) de la posible candidatura de Teddy Platt, la reseña del último libro de Gavin Ryng-Mayne (una parodia salvaje de las obras de Jeffrey Archer) o la receta del pastel de chocolate de Trish Platt, entre otras muchas cosas.

El único teatro barcelonés con salas contiguas que podría albergar un montaje catalán de House & Garden sería, naturalmente, el Nacional, pero dudo mucho de que se atreviera con una comedia, a no ser, claro, que fuera una comedia clásica. Sin embargo, con el "espíritu de servicio" que me caracteriza, como decían los ministros de antes, aprovecho esta página para recomendarle a la empresa privada que le eche un vistazo a House & Garden, porque podría ser el Políticament incorrecte o El sopar dels idiotes de la próxima temporada. Si Sir Alan Ayckbourn no tuviera inconveniente, yo creo que podrían representarse perfectamente en una sola sala (el Romea, el Poliorama) en días alternos. En fin, ahí queda la propuesta.

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