¿Llegará el cambio a la Federación Socialista Madrileña?
Durante las próximas semanas, la Federación Socialista Madrileña (FSM) va a celebrar su noveno congreso. Los congresos de los partidos políticos constituyen el escenario adecuado para abordar en profundidad las cuestiones ideológicas y organizativas que conforman las señas de identidad de esos partidos en las diferentes circunstancias históricas. También son el momento oportuno para resolver, democráticamente, las disputas relacionadas con los equipos alternativos que se proponen para llevar a la práctica los programas aprobados en los mismos. Por eso, los congresos no son fenómenos extraordinarios en la vida de los partidos, sino un buen baremo de su dinamismo y de su sintonía con la sociedad. En el caso que nos ocupa supone, además, una ocasión inmejorable de comprobar la capacidad de los socialistas madrileños para asumir en profundidad el cambio -tranquilo, pero firme- aprobado mayoritariamente en el último congreso federal.Sin embargo, recientes manifestaciones de destacados responsables de la FSM no parecen augurar que el próximo congreso coincida con el modelo antes apuntado y, en todo caso, justifican una cierta preocupación por parte de muchos socialistas madrileños -la inmensa mayoría- que, deseosos de poder colaborar en la nueva etapa que se inicia, temen ser desterrados a la marginalidad más absoluta. Por ello, en nuestra condición de militantes socialistas, nos creemos obligados a dar un paso adelante e invitar a nuestros dirigentes y compañeros para que se afronte dicho congreso con perspectiva de futuro, con generosidad y con un escrupuloso respeto a las reglas del juego democrático.
El próximo congreso, dicen unos, debe ser el de la renovación; otros hablan de un congreso de integración, y hay otros que defienden la integración y la renovación a la vez. En nuestra opinión, debe ser fundamentalmente el congreso que siente las bases de la transición hacia un modelo de organización diferente y hacia unos equipos dirigentes también diferentes, capaces de articular social e institucionalmente un proyecto político de izquierdas que a la sociedad madrileña le dé soluciones a sus problemas y respuestas a sus aspiraciones. Una transición que no vaya dirigida contra nadie, que no persiga desbancar a unos para poner a otros; pero que, obviamente, tampoco suponga una mal entendida integración que sólo conduzca a mantener el actual statu quo. En definitiva, una transición cuyo objetivo sea acomodar los ritmos, hábitos y estructuras de la Federación Socialista Madrileña al cambio tranquilo, pero firme y profundo, que ha sancionado el reciente XXXV Congreso Federal.
No es fácil identificar cuáles han sido las principales deficiencias existentes - y, por lo tanto, los errores a rectificar- en la Federación Madrileña en los últimos lustros, pero no cabe duda de que tres de ellas han sido la existencia de clanes o familias, la búsqueda permanente de paraguas (federales) en los que cobijarse y un ensimismamiento orgánico esterilizador.
Creemos que las familias han sido nocivas para el buen funcionamiento del PSOE en Madrid. El elemento que ha dado cohesión a las mismas nunca ha sido objetivo y, por tanto, susceptible de análisis crítico racional. Han contribuido decisivamente al empobrecimiento del debate político en el seno de la Federación, a dificultar que ésta tuviera una sola voz ante la sociedad, y han suscitado enfrentamientos internos difíciles de entender en clave política democrática. Nos alarma que, de cara al próximo congreso regional, se persiga oficializar la aparente disolución de las familias con la consagración de la solución propuesta por las mismas in artículo mortis.
En segundo lugar, muchos líderes de la FSM han estado tradicionalmente más preocupados por presentarse como referentes de una determinada corriente con presencia nacional que por analizar cuál podría ser la contribución de los socialistas madrileños al proyecto socialista de todos los españoles. Este vicio, lejos de erradicarse, continúa, por desgracia, presente entre algunos de sus responsables. Siempre hemos rechazado cualquier etiqueta que no sea la de socialistas; y siempre hemos asumido la mayoría de edad de todos los militantes de nuestro partido. Siempre hemos creído que el valor y la relevancia de los responsables políticos descansa en sus ideas, en su credibilidad, en su liderazgo social, en su competencia profesional y en su capacidad de trabajo y sacrificio. No nos parece deseable, en una organización democrática y de izquierdas, presentar determinadas propuestas amparándose en una supuesta sintonía con los líderes del partido, y mucho menos aún defender esa sintonía sobre la base de los servicios prestados a los citados líderes en el momento de su elección.
Por último, el ensimismamiento orgánico. Nada puede resultar más triste y desolador para una persona progresista que analizar el discurso de algunos responsables políticos de organizaciones de izquierda. Es un discurso endogámico, autorreferente, asfixiante, sin preocupación alguna hacia los problemas cotidianos y al futuro de los ciudadanos; sin proyectos, centrado en la viabilidad y oportunismo de pactos internos; en la descripción, pretendidamente irónica, de las características de posibles candidatos... Los nuevos responsables de nuestra Federación no deben ser aquellos que mejor han aprendido ese discurso. Nuestros nuevos responsables deben ser aquellos compañeros y compañeras que, como decíamos anteriormente, aúnen capacidad política, liderazgo social, credibilidad, competencia profesional y capacidad de trabajo y sacrificio.
El próximo congreso debe permitirnos debatir con libertad sobre las ideas básicas del proyecto socialista en Madrid para la primera década del nuevo siglo; y debe garantizar el marco en el que puedan presentarse en igualdad de condiciones las diferentes candidaturas que los socialistas madrileños tengamos a bien presentar. Desde nuestro punto de vista, ése es el objetivo que debe presidir durante las próximas semanas el quehacer de la Comisión Ejecutiva Regional, desde la presidenta y el secretario general hasta el último vocal, incluyendo, por supuesto, al secretario de Organización.
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