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GIMNASIA Sydney 2000

"Lo logré"

"Lo logré", fueron las primeras palabras que le dijo Gervasio Deferr al seleccionador nacional, Héctor Ramírez, nada más terminar el concurso. Después se abrazó a su entrenador, Alfredo Hueto, con quien trabaja en el Centro de Alto Rendimiento de San Cugat desde el año 92, al que se trasladó desde el Centro de Tecnificación de la Federación Catalana, en Barcelona, donde empezó con seis años. Y se dijeron: "Gracias", "Buen trabajo". Ya en la zona mixta, se abrazó con sus compañeros y el resto de gente de la gimnasia. Hasta el entrenador rumano, que le felicitó efusivamente. No había por allí nadie del CSD ni del COE. Para una medalla que se lograba, se la perdían. Y eso que la llevan buscando desesperadamente desde hace días.Deferr tardó en hablar, entretenido en el control de dopaje y en la ceremonia de medallas. Arriba, en el podio, sonrió, no lloró. "Yo no lloro", dijo después, y hasta bromeó: "Sólo lloro cuando casi me parto la espinilla con la ventana" . Se le pasaron un montón de imágenes, de los 15 años que lleva entrenando. "Y que igual que se lo habría merecido cualquier otro me lo he merecido yo", dijo.

'Flipando'

"Es como para flipar", añadió. "Estoy aquí, en los Juegos Olímpicos, con todos los mejores y de repente voy y gano un aparato. Y encima que no es el mío. Es increíble. Durante la semana estaba un poco chafado, pero es normal en un chaval como yo, de 19 años, con ilusiones, que viene a ganar y que de repente falla la última serie del único ejercicio que ha fallado en tres años. Luego me puse más contento cuando supe que estaba en la final de salto y hemos estado trabajando esta semana fuerte. Durante la final iba viendo que había posibilidades, pero nunca pensaba en ganar. Ha sido muy importante. He demostrado, no sólo yo, sino todo el equipo, que toda la gimnasia española está subiendo de nivel".Gervasio señaló que tiene una "lista grandísima" de gente para dedicar la medalla, pero matizó: "Primero a mi familia, a mi novia Tamaris y a la gente que está cerca de mí y que me ha animado". Y añadió una carga de profundidad: "También quiero dedicarla a la gente que se alegró de que no estuviese en suelo". Al parecer, el mensaje iba dirigido a una serie de directivos o entrenadores no afines. Deferr mostró el tatuaje de un diablo con alas que lleva en la parte izquierda del vientre y dijo: "Para que luego digan que soy un macarra".

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