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SYDNEY 2000

Deferr se pasa de vueltas

Un exceso de ímpetu en la última diagonal le cuesta al gimnasta español la final de la prueba de suelo

"Me he ido, me he ido"

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Un auténtico fiasco

La gimnasia española sigue con su maldición. Gervasio Deferr, la gran esperanza, se pasó de vueltas en el suelo y no podrá estar en la final. El subcampeón del mundo, que venía por el oro, se tendrá que conformar con intentar subir al podio en el salto, algo que no le consuela. "Estoy puteado", dijo al término del concurso por equipos, en el que España tampoco llegó a la final.La actuación española en la primera subdivisión no pareció tan mala: sólo por detrás de Bielorrusia, bronce en los últimos Campeonatos del Mundo, pero después se convirtió en otro fracaso. Por la tarde, cuando los jueces suelen ser más generosos, fue superada por nueve países más. Así, acabó undécima, un claro retroceso, muy lejos del sexto puesto al que aspiraba como última plaza clasificatoria.

Deferr sólo iba a participar en el salto y el suelo, las dos pruebas en las que tenía más posibilidades. Su salto en la segunda rotación fue tan espectacular como de costumbre. Sólo sufrió un desplazamiento de pies en la salida que le costó entre dos y tres décimas. El juez bielorruso le dio 9,80 puntos, el cubano 9,75 y los otros cuatro 9,70. Descontadas la mejor nota y la peor, se quedó en 9,712, una puntuación suficiente para meterse en la final, lo que se confirmó: fue el sexto de los ocho finalistas. Pero la que ya es su última bala en la recámara sólo era para él en esos instantes la confirmación de su gran forma. Lo que buscaba de verdad estaba por llegar.

En la quinta rotación estaba su gran momento: el suelo. Sus tres diagonales completas y una cuarta más corta le esperaban para confirmar su calidad y empezar a aprovechar su oportunidad de consagrarse en el podio. El principio fue espléndido. Su potencia arrancó aplausos de admiración y todo hacía presagiar que, salvo un fallo inesperado, aspiraría el día 25 al oro.

Pero el error llegó justamente cuando ya parecía logrado lo más difícil. Quedaban dos segundos de ejercicio. Estaba tan fuerte que pareció elevarse demasiado en el último salto mortal y tuvo que dejarse caer sin terminar de clavarlo como es reglamentario. "Me he ido, me he ido", comentó, "y bastante hice con dejarme caer de pie. Ha sido por estar demasiado fuerte. Eso también se controla en los entrenamientos, pero esta vez no he podido. Crees siempre que vas a llegar a la última diagonal más cansado y no ha sido así". Con 9,375 puntos, quedó el 25º, lejos de los ocho que entran en las finales por aparatos.Deferr no podía disimular su disgusto y su carácter, tan diferente al de Carballo, que se tomó su caída de la barra hace cuatro años con mucha mayor filosofía. "Yo no sé cómo se lo tomaría él, pero a mí no me ha gustado nada, nada", se lamentó. "Puto deporte", llegó a exclamar, aunque después matizó: "Bueno, es una frase de enfado, pero es que el sueño de 15 años se va a la basura por una tontería. Y ya no voy a volver a pisar ese suelo cuando venía por el oro. A ver ahora en salto... Pero ya he perdido el 50% de aquello a lo que aspiraba".

Hombre temperamental, hace una semana, al olvidarse las llaves, Deferr entró en la habitación de la Villa por la ventana, se cayó y se lastimó una espinilla. Pero no fue nada grave.

Con todo, sí quiso mandar un mensaje final: "Hemos demostrado que somos un equipo. Ya se ha visto cómo nos hemos apoyado. Eso se nota". Claramente, se dirigía al lesionado Carballo y no para desearle una pronta recuperación. Es un hecho el mal ambiente entre el madrileño y los restantes miembros de la selección.

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