Ávila, área de descanso
El italiano Piccoli repite victoria en la única etapa tranquila
La Vuelta firmó una tregua en Ávila. Ya está casi todo vendido y lo poco que queda por repartir se rifará entre hoy y mañana, así que por una vez el Kelme no tiranizó a los demás y los aventureros se recataron. Si a esto se une que la Vuelta ha reducido la jornada laboral (ayer sólo se recorrieron 130 kilómetros llanos, es decir, poco más de tres horas de pedaleo), la carrera guardó fiesta. Y en momentos de calma siempre despunta algún italiano. Como Mariano Piccoli, un repetidor.La etapa en miniatura de ayer fue una excepción. El pelotón y el Kelme firmaron un pacto de no agresión y, al menos.en los primeros 90 minutos, hubo tiempo para las distracciones. Rubiera hacía pintadas en la tablilla que se utiliza para informar de las diferencias de los escapados. Mínguez intercambiaba el volante del coche de Vitalicio por el micrófono y la moto de un periodista de televisión. Muchas risas, más diálogo que nunca entre los corredores...Felicidad sobre 129 bicicletas.
Pero la distensión tiene un límite, y quedan equipos y ciclistas con las necesidades sin cubrir. Quedan el Jazztel y el Relax, los enemigos del descanso. Quedan Zintchenko y Piccoli, insatisfechos con sus victorias. Y el Jean Delatour, uno de los nueve equipos que siguen de vacío. Todos contribuyeron en la medida de sus posibilidades a que la etapa terminara con cierta viveza. Pero sólo uno obtuvo lo que buscaba.
La etapa, sin cuestas ni obstáculos, terminaba en un repecho. En el mismo lugar donde Vandenbroucke dejó boquiabierta a los amantes del ciclismo el año pasado. Pero esta jornada, en los estertores de la Vuelta y sin puertos previos, no tuvo movimientos interesantes hasta el último kilómetro. No se dio un final explosivo, sino selectivo. Sólo 19 corredores llegaron en el primer grupo. Entre ellos había sprinters, pero Ávila es una llegada apta para corredores inteligentes más que rápidos. Piccoli se ajusta al prototipo. Ya ganó en Santander, en otra meta en subida. Ayer, pese a haber dormido mal y a sus dolores estomacales, vio que todos atacaban a destiempo. Halgand (Jean Delatour) y Clinger (Festina), demasiado pronto. Petacchi, demasiado tarde.
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