Sant Corneli
Los cuernos fueron devotamente venerados. Aún, en las noches valencianas, reinando la femenina Luna, ostentan el santo fuego, vicario del Sol en la tierra y recobran su sagrado carácter. Pasean los bous de foc el mágico itinerario de la procesión, un laberinto de oscuras calles como el del Minotauro. Son cuernos, símbolos de vitalidad masculina, embolados, de dioses de fertilidad y procreación; son ritos que abren la primavera y cierran el verano, enmarcados por dos santificados Cornelios, el invernal, primer gentil convertido por san Pedro, y el veraniego, celebrado hoy, san Cornelio (253), un papa, que sólo pudo mantener la tiara -tres coronas superpuestas, tres pisos de cuernos- dos añitos: No és tot el mateix, dur banyes o agafar peix.Ambos, sin querer, forzados a cristianizar antiguos dioses de recaragoladas cornamentas, los vitalistas Pan, Fauno o Silvano, de los que heredaron, la presidencia de fiestas pastoriles y la fecundación y protección de los animales cornudos, lo que les lleva a avisar a los maridos coronados, no con los bienaventurados cuernos toreros, sino con yunteras astas boyeras (con un buey de oro se la pegó el pueblo elegido a Moisés y le brotaron las potencias, menos mal que Vicent Ferrer nos aclaró su composición: Quan Mosés devalla cornut, no havie banyes, mas raigs que eixen de la sua cara). Al pasar por delante de sus imágenes, para que no sea el cornut i l'apariat el darrer que ho sap, prevenía a los engañados con un fuerte picor en la frente, como preludio de protuberancias; por el contrario, quien, desfilando siete años seguidos no sentía escozores, se creía inmunizado de por vida y podía pedirle su protección sobre otras eminencias, pues: De mal d'orella cureu,/ al qui està perjudicat/ de vostra llàntia aplicat/l'oli; salut li doneu.