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FÚTBOL Copa de la UEFA

El Rayo vive iluminado

Un golazo de Bolo certifica el buen juego de los vallecanos ante el Molde

Sigue la fiesta en el Rayo, que vive iluminado. Ayer, en su primera aparición seria por Europa, volvió a ser feliz. Lo fue por aquella maravilla de Bolo que significó el gol, por la sonora parada de Lopetegui al lanzamiento de un penalti y, sobre todo, por la brutal sensación de superioridad que dio en todo momento. Sólo ganó por un gol, cierto, pero la sensación que quedó es que la distancia que le separa de su rival viene a ser la misma que separa Vallecas de Molde.Asustados estaban los noruegos por las noticias que les llegaban del Rayo en los días previos, perplejos como se quedaron sus espías tras verle ante el Villarreal, cuando al cuarto de hora el Rayo les dejó temblando. Se dirigía el balón a la espalda de Bolo y éste lo cazó con el tacón, se lo puso delante como si llevara toda la vida ejercitándose en esa suerte, y lo mandó dentro, reduciendo a la mínima expresión las ya apocadas ilusiones del Molde.

MOLDE FK 0 / RAYO VALLECANO 1

Molde: Bakke; Strande, Kjolner, Singsaas, Dos Santos (Fostervold, m. 77); Olsen, Rudi, Fjortoft, Hestad; Hoseth (Mork, m. 43) y Hulsker.Rayo: Lopetegui; Mauro (Urbano, m. 58), Ballesteros, De Quintana, Mingo; Helder, Quevedo, Poschner, Michel; Luis Cembranos (Glaucio, m. 67) y Bolo (Bolic, m. 76). Goles: 0-1. M. 15. Mauro lanza desde la derecha, Bolo se lleva el balón con el tacón y marca por bajo. Árbitro: Zoran Arsic (Yugoslavia). Amonestó a Singsaas, Hulsker, Ballesteros, Poschner y Urbano. Ida de la 1ª ronda de la Copa de la UEFA. 5.000 espectadores en el Molde Stadium.

Aquel gol llegó en el único momento de duda del Rayo, en aquellos instantes en los que el balón apenas se detenía en los pies de Luis o de Michel, los dos tipos que más imaginación suelen echarle al asunto. Pero Bolo, el mejor futbolista del partido, derribó las dudas. A partir de ahí, con el aire a favor, el Rayo se sintió comodísimo. Durante unos instantes hizo un fútbol de altos vuelos, con el Molde malviviendo ante aquél discurso, en el que el pelotazo parecía prohibido, el toque aplaudido y la velocidad premiada. Luis comenzó a dejarse ver. La pegó abajo y le portero le sacó el zapatazo; optó por una vaselina de enorme buen gusto que se fue arriba por centímetros.

Sin embargo, el Rayo no remató la faena. Su dominio era aplastante y Lopetegui vivía una noche plácida. Y ello pese a que cada vez que los noruegos lanzaban a puerta, o algo similar, la megafonía se arrancaba dejando escapar una cancioncilla, en lo que resultó un arma psicológica de dudoso valor. En los pies del Rayo vivía el balón cuando, en una jugada aislada, Ballesteros cometió penalti sobre Hulsker. Pero la fiesta del Rayo no podía tener semejante epílogo, así que Lopetegui se estiró, rechazó el disparo de Rudi e hizo completa la felicidad de un equipo que, por lo visto, también está dispuesto a divertirse en Europa.

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