Mauricio Wacquez,novelista
En la madrugada de ayer murió en Calaceite (Teruel), Mauricio Wacquez, novelista chileno, cuando contaba 61 años y a consecuencia de la leucemia que arrastraba durante los últimos años.Una penosa enfermedad que no le había impedido terminar, en febrero pasado, su monumental Epifanía de la sombra, de 763 folios en el original y de inmediata publicación por Plaza y Janés en España y América Latina. Esta novela, todavía inédita, era la primera de una Trilogía de la oscuridad, en cuya segunda parte trabajaba hasta pocos días antes de su muerte y que estaba dedicada al poeta catalán Francesc García-Cardona, amigo del alma y colaborador en numerosas traducciones y actividades de extensión de la verdadera literatura, que es la que ocupó y preocupó siempre a Mauricio Wacquez.
Apasionado, elegantísimo, lleno de una ironía ejemplar y suicida, Mauricio Wacquez comenzó militando en la cuadra Barrall con Paréntesis (1975), su segunda novela -la primera había aparecido en Chile 10 años antes-, finalista del Premio Barrall. En Excesos reunió sus hasta entonces cuentos completos (Planeta) y en 1981 apareció con Bruguera Frente a un hombre armado, una novela valiente, dura y bella sobre la homosexualidad. Como en todos sus libros, pero con más fiereza y radicalidad aún, Mauricio Wacquez escribía aquí sin concesiones a ninguna galería: ni las de la vida ni las de la lengua, y si la historia es una de las más fuertes sobre el tema, su prosa es también una de las más bellas y precisas. Ella o el sueño de nadie, una novela erótica publicada por Tusquets en 1983, completa hasta ahora una bibliografía que no agota al personaje ni al escritor.
No se puede decir que Mauricio Wacquez fuera bohemio: era demasiado elegante, demasiado pulcro y demasiado guapo. Hubiera podido ser rico, y nadie ante su esplendidez dudó de que lo fuera. Le gustaba el gin-tonic con moderación y con inmoderación, y fumaba cigarrillos rubios. Le divertía la pornografía televisada, las viejas fotos y la mar, y tenía un humor corrosivo que no le eximía de la ternura. Pero su vicio verdadero era, como él dijo en estas páginas lamentando la muerte de su amigo Pepe Donoso, la lucidez.
Nació en Chile en 1939 y falleció ayer en Teruel tras más de treinta años en España.-
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