_
_
_
_
_

La metamorfosis de Safin

El ruso vence a Sampras y logra su primer título del 'Grand Slam' seis meses después de pensar en abandonar el tenis

Hacía calor en el desierto. Transcurría el mes de marzo, y Marat Safin se disponía a disputar su segundo partido en el torneo de Indian Wells (California) ante el francés Nicolas Escudé. Era un partido que podía ganar y acabó perdiendo (6-2 y 6-0). "En ese momento", recuerda el jugador ruso, de 20 años, "sólo pensaba en abandonar el tenis. Así no podía seguir". Pero lo hizo. Y sólo seis meses más tarde acaba de ganar su primer título del Grand Slam de forma brillante: venciendo a Pete Sampras en la final por 6-4, 6-3, 6-3.Su derrota ante Escudé se inscribió en un pésimo inicio de temporada. Llevaba ya cinco derrotas en primera ronda. Y su mala racha prosiguió hasta Montecarlo. Su récord quedó fijado en nueve torneos sin pasar de la segunda ronda y sufrió una caída espectacular en la ATP. Fue entonces cuando comenzó su metamorfosis. Su primera decisión fue prescindir de Rafael Mensua, el preparador que le entrenaba en Valencia desde los 14 años.

"Es evidente que no me gustó", explica Mensua. "Su madre, entrenadora de tenis en Moscú, le enseñó a jugar. Llegó a Valencia con 13 años para prepararse para la Orange Bowl. En Moscú hacía demasiado frío para entrenar en tierra batida al aire libre. Le acompañé a Miami, y meses después se instaló en Valencia para proseguir allí su evolución. Su talento era ya impresionante. Al principio trabajamos con un grupo pero en 1996, su progresión era tan evidente que decidimos viajar solos. Comenzó a jugar circuitos satélites, luego challengers y en 1998 se produjo su explosión. En Roland Garros ganó a Agassi y a Kuerten y llegó a octavos de final".

Cuando Marat perdió en la primera ronda de Montecarlo ante Gaston Gaudio con un 6-0 en el segundo set, entendió que había tocado fondo. "Debía hacer algo. Había asuntos en su cabeza que sólo él podía resolver. Su nivel de juego era ya extraordinario, pero no tenía continuidad", explica Mensua. "Le faltaba tener claro que quería estar arriba en su profesión. Debía desterrar sus dudas: Hoy sí, pero mañana, no. Yo no podía ayudarle a resolver eso. Y ahora lo ha logrado".

Éste es la metamorfosis, el gran cambio que ha sufrido Safin, que ha pasado de ser un hombre incapaz de ganar un partido a ser un campeón del Gran Slam. Si antes entraba en una pista pensando que iba a perder, ahora sale con la certeza de lo contrario.. Y eso le da confianza y continuidad. "Sí", confirma Safin. "Antes pensaba en mantenerme entre los 20 mejores del mundo o, con suerte, acabar el año entre los 15 primeros. Ahora, creo en mí mismo. Voy a los torneos, sean pequeños o grandes, pensando que los ganaré. Por eso llegué a Nueva York diciendo que quería el título. Ahora sólo pienso en ser número uno. Y esa es la gran diferencia".

Cuando llegó al Trofeo Godó de Barcelona, en abril, Safin comenzaba a trabajar con su compatriota Andrei Chesnokov. Su juego era el mismo de una semana trás en Montecarlo, pero su mentalidad era ya distinta. "No jugué mi mejor tenis en Barcelona, pero decidí luchar. Gané a Zabaleta, luego a Portas. Y la confianza fue llegando. Metí buenos saques, y presión a mis rivales". Ganó el Godó y la semana siguiente se impuso en Mallorca. Después jugó la final de Hamburgo, los cuartos en Roland Garros, ganó en Toronto y perdió la final de Indianápolis.

Impresionante. Pero no tanto como su victoria en Nueva York. No sólo dejó de romper raquetas -dos en el torneo, cuando ya había destrozado más de 35 este año- sino que se le vio tranquilo. "Aún no me conoce nadie", dijo tras las semifinales. "Los responsables del transporte del torneo, me obligan a deletrear mi nombre cuando pido un coche. Dentro de un año iré con un letrero para que lo aprendan". No hará falta.

"Tal y como está jugando", dijo Sampras tras perder la final en Nueva York, "es el futuro. Y eso es bueno porque es un gran chico y un buen representante para el tenis. Saca fabulosamente, le pega bien a la bola y se mueve muy rápido. No creí que pudiera jugar tan bien tanto rato. El año que viene tendrá presión: será el hombre a batir. Pero sé que la soportará".

Safin cambió el billete de avión que tenía reservado para viajar a Valencia, donde le esperaba su novia Silvia Torrens, hermana de Cristina (jugadora de tenis), para cerrar la jornada dominical en una famosa discoteca neoyorkina. Viajará directo a Taschken, su próximo torneo. "Silvia deberá esperar. El negocio es el negocio", dijo. Pero añadió que este gran triunfo no le cambiará. "¿Por qué debo hacerlo? Sólo he ganado un gran torneo y tengo en el bolsillo un talón de 152 millones de pesetas. Pero eso es todo. Soy el de siempre".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_