_
_
_
_
_
Tribuna:BICHOS DE VERANO
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Amantes

"Comerse al amante una vez el acto del matrimonio se ha consumado, eso aún se entiende, en cierta manera, en el insecto poco escrupuloso en materia de sentimento; pero devorarlo durante el acto, eso sobrepasa todo lo que osaría fabular una imaginación atroz". Son frases de Jean-Henri Fabre hablando del comportamiento de la mantis religiosa. El célebre naturalista provenzal, como muchos entomólogos precedentes (Réaumur, Bonnet y Trembley), pecaba en ocasiones de puritano, y aquel exceso de voluptuosidad le producía un verdadero desagrado. Porque ya no sólo es que el macho era devorado mientras copulaba, sino que éste, incluso con medio cuerpo comido, insistía en su práctica amorosa, desenfrenada y -nunca mejor dicho- descabezada. Fabre no supo interpretar esta soberbia imagen de la naturaleza, que tildó simplemente de repugnante. Me pregunto qué hubiese escrito Diderot de haber sabido de aquella práctica amorosa. Porque el autor de la Enciclopedia mantenía que la materia estaba en constante movimiento, y que la naturaleza no era estática, sino que pasaba de una forma a otra sin cesar. Por eso escribía a su amante Sophie Volland: "Aquellos que se aman durante toda la vida y que después se hacen enterrar juntos no estan quizá tan locos como podría suponerse. Quizá sus cenizas se unen, se mezclan y se asimilan, ¿qué sé yo? Quizá no han perdido todo el sentimento, toda la memoria de su estado anterior... ¡Oh! Sofía mía, quizá aún me quede la esperanza de tocaros, de amaros, de buscaros, de unirme a vos, de confundirme con vos cuando ya no seremos nada...". Quizá Fabre se engañaba y comerse al enamorado durante la cópula carnal no es un acto atroz, sino una forma de amor superior. Una unión, infinita y eterna, en el tiempo.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_