ARIEL ROT, ATRAPADO EN SU EGOCENTRISMO
El cantante Ariel Rot acaba de cumplir los 40 años y cualquiera lo diría ("hay días que se notan más y otros menos", dice guasón). Tiene el aspecto como de joven surfero: camiseta ancha y pantalones vaqueros con bordados rosas en las piernas; pero sobre todo su piel y sus grandes ojos verdes no delatan los estragos de sus años movidos, que lo fueron y mucho, desde que recaló en España con su familia huyendo de la dictadura argentina en los años setenta.Ayer llegó a Santander donde actuó por la noche en Las Llamas, una de las residencias donde se alojan los estudiantes que pasan por los innumerables cursos de verano de la Universidad Menéndez Pelayo (UIMP).
Rot está de gira con su cuarto disco en solitario, Cenizas en el aire, que se suma a Debajo del puente (1984), Vértigo (1985) y Hablando solo (1997). "Estamos muy centrados en la gira desde marzo, ahora es la etapa veraniega, más distendida. Estamos por un lado más educados y por otro actuamos con colegas como Juan Perro o Danza Invisible, y así hasta octubre que me descomprima un poco y salga de esta etapa claustrofóbica egocéntrica", cuenta con un deje argentino que él estira hasta el final de la frase.
Dice que su carrera en solitario "es un éxito" y que no añora los años dorados y los baños de multitudes que le proporcionó su tiempo con Tequila, ese grupo que empezó a ronckanrolear en la España del folclor, con canciones como Me vuelvo loco o Díme que me quieres, y después con Los Rodríguez.
"No añoro nada, a pesar de que con Los Rodríguez vendía cuatro veces más que solo, pero también teníamos que repartirlo entre cuatro, así que se equilibra. Estoy orgulloso de mi pasado y ahora mi carrera en solitario está despegando. Es cierto que es bastante difícil emprender una carrera en solitario para alguien que se separa de un grupo cuando no eres el cantante. Pero tampoco estoy pensando en formar otro grupo, los grupos surgen y tampoco los vas buscando por ahí. Ocurre como con el amor, cuando pasa el tiempo te vuelves más exigente y uno se pone más selectivo y más maniático", contaba ayer entre vaso y vaso de agua.
De sus años golfos de movida (o lo que es parecido: sexo, drogas y rock) le quedan buenos y malos recuerdos. Pero "afortunadamente" vuelve a esos momentos salvajes de vez en cuando, aunque ahora el cuerpo le pide más moderación. "Entonces hubo un espíritu muy especial que no se si se repetirá. Fui un afortunado porque viví esa euforia, esa provocación; y además la pasé en la España democrática y luego cuando Argentina descubrió la libertad". Fueron esos años en los que aterrizó en Madrid pegado a su hermana Cecilia Roth, que, por cierto, es ella y no él, quien ha cambiado de apellido, y confundiendo a toda la familia, al intercalar una h en el apellido original: Rotemberg.
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