"La falta de autovía en la costa no es un problema, es un horror"

En los meses de verano, el pueblo granadino de Almuñécar pasa de tener sus alrededor de 30.000 habitantes habituales a 135.000. Desde los años sesenta, en que sucumbió al boom de ese turismo de bloques de once pisos en primera línea de playa y chiringuitos con sardinas, el pueblo está considerado como "la playa de Granada" porque en la práctica es, de hecho, la segunda residencia de los habitantes de la capital. El nuevo alcalde del pueblo, el socialista Antonio Rebollo, que desalojó del poder al andalucista Juan Carlos Benavides en contra incluso de las órdenes del PSOE, se ha propuesto transformar el pueblo. "Lo que nosotros buscamos ahora", dice, "es un turismo para todo el año, un turismo cultural, de calidad".Pregunta. Almuñécar fue, desde los romanos, la puerta de entrada a Europa...

Respuesta. Y no sólo eso. Desde aquí se nutría a las cocinas del Imperio Romano con el garum [un condimento muy vitamínico esencial en la dieta romana, hecho a base de pescado], que fue lo que justificó que se crearan unas infraestructuras tan importantes en Almuñécar, tanto de comunicaciones como de abastecimiento.

P. ¿Qué queda hoy de todo aquello?

R. Queda, por ejemplo, el acueducto, que es uno de los más largos de España y uno de los mejores conservados. Uno de los monumentos más desconocidos que pretendemos recuperar para convertirlo, además, en escenario de un proyecto: el Festival de Teatro Grecorromano, que tendrá lugar en octubre. Quedan también muchos hallazgos que dan idea del tamaño que tuvo en su momento la ciudad. Y no sólo con los romanos. Por Almuñécar entró Abderramán I a la península.

P. Últimamente, las actividades culturales en Almuñécar están resultando muy llamativas: el festival de jazz, encuentros con cineastas... ¿Están buscando una forma de renovar el turismo convencional?

R. Ahora mismo, en Almuñécar se está produciendo un punto de inflexión. Buscamos un turismo que sea de interés por lo que se viene a ver y por quién viene a verlo. Un turismo de cierto nivel cultural, con poder adquisitivo, que pueda venir en cualquier época del año, no sólo verano. También buscamos un turismo deportivo y de ocio, que es la razón por la que se ha construido un nuevo estadio municipal. Queremos atraer a grupos deportivos del norte de Europa que buscan lugares en donde practicar durante el invierno.

P. Pero Almuñécar, como Motril, cuenta ahora mismo con el problema de la carencia de una autovía...

R. Eso no es un problema. Es un horror. Tenemos a la ciudad preparada para acoger a muchísima gente, y las inversiones privadas también están dispuestas. Todo eso está sólo pendiente de la apertura de la autovía. Almuñécar es la salida natural del aeropuerto de Málaga, hay mucha gente dispuesta a vivir en Almuñécar en cuanto haya una autovía, gente incluso que se plantea vivir aquí y trabajar en Granada. Sabemos que en cuanto estén las infraestructuras nos vamos a expandir enormemente.

P. ¿Eso conllevará otra serie de ofertas turísticas? Por supuesto. Estamos ya en marcha con un proyecto de rutas de senderismo, de paseos a caballo. También le estamos prestando mucha atención al turismo rural, al que hemos dedicado 450 hectáreas de un paraje para que la gente pueda vivir en una zona absolutamente agreste, con animales en libertad, como ciervos y gamos. Y del mismo modo está el proyecto para la construcción de un parque subacuático temático.

P. ¿Está definitivamente resuelto el problema del abastecimiento de agua?

R. Sí, por completo. Ya no existe ningún problema con la construcción de la presa de Rules. Los pozos tradicionales que abastecían al pueblo han quedado ahora como reservas en caso de una gran sequía.

P. En todo ese frente de actuaciones que están realizando, ¿mantendrán la protección al cultivo de subtropicales?

R. Es evidente. Almuñécar es una tierra que produce frutos únicos. Ahora mismo falta quizá organización en el sector, pero ya se ha puesto en marcha, por ejemplo, el consejo regulador de la chirimoya. La Junta de Andalucía habla incluso de la denominación de origen para algunos subtropicales. Se trata de una producción muy especial que no queremos perder.