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NEVILLE MARRINER DIRECTOR DE ORQUESTA

"El buen director estimula a la orquesta sin intimidarla"

Isabel Ferrer

Neville Marriner (Lincoln, Reino Unido, 1924) viajaría con la Orquesta de Cadaqués, de la que es principal director invitado desde 1992, a cualquier parte del mundo. Sus músicos están entre los mejores de Europa y la calidad del conjunto es excelente. "¿Por qué no recibe entonces más ayuda oficial si está a la altura de las grandes y tiene un valiente repertorio de autores españoles contemporáneos?", se pregunta el fundador de la célebre Academy of St. Martin in the Fields, conjunto de cámara que creó en 1956. Marriner formula esta pregunta con gran delicadeza para luego afirmar, rotundo, su fe en el talento y el trabajo en equipo como pasaporte seguro para el éxito de una orquesta. El amor que siente por la Orquesta de Cadaqués, que funciona al estilo de los conjuntos con músicos free lance que se reúnen de forma periódica entre dos y tres veces al año para ofrecer conciertos y giras, no le hace dudar ni un momento a la hora de aceptar una invitación para dirigirla. Mañana lo hará en la población de la Costa Brava que da nombre al conjunto en el tercer concierto del Festival de Cadaqués (Girona), en el que estrenará la última obra del compositor Xavier Montsalvatge, Al.legoria, para soprano y orquesta de cuerdas con percusión. El próximo lunes volverá a dirigir a la Orquesta de Cadaqués en el Festival de Peralada (Girona), donde junto al Concierto de Aranjuez y la Sinfonía nº 7 de Beethoven dirigirá otra obra de Montsalvatge, Folia Daliniana; y el 15 de agosto se pondrá al frente de Real Filharmonia de Galicia, el Coro de la Academy St. Martin in the Fields y tres solistas vocales para dirigir el oratorio de Haydn, La Creación, en la catedral de Santiago de Compostela.

Para el director británico no todo músico sirve para tocar en una orquesta. "Hay artistas magníficos incapaces de colaborar con otros para obtener el sonido de los buenos conjuntos musicales. El temperamento que tanto ayuda a salir adelante a los solistas no siempre da buenos resultados a la hora de tocar juntos. Los españoles, italianos y griegos tienen ese aura que les hace destacar, pero no acaba de funcionar en grupo. Con menos chispa, tal vez, los británicos logran, por el contrario, buenas orquestas. El único secreto es que unos y otros sean excelentes músicos y sepan pasar desapercibidos en busca de la mejor interpretación".

Adiós a los tiranos

¿El director sería entonces el único miembro de la orquesta con potestad para destacar? "El estímulo sin intimidación es la mejor receta para ser un director de orquesta aceptable. La época de los tiranos, como el gran Arturo Toscanini, ha pasado ya. Los sindicatos son muy poderosos y los músicos tienen contratos vitalicios con las orquestas, así que ven pasar muchas batutas. La paciencia ayuda mucho, lo mismo que haber tocado un instrumento. En mi caso era el violín y sé que mi vocabulario musical llega, sin esfuerzos, al 60% de la orquesta. También sirve para reconocer la frustración inevitable de otros músicos con menos presencia en las partituras. Ahora bien, sin libertad creadora la música no sale".Para Marriner el escaso número de directoras de orquesta con respecto al de directores es un problema de público y empresarios. "Los promotores de conciertos no las contratan y al público parece intrigarle menos una directora que una solista. La calidad de la música que producen le da igual al patio de butacas, que no acaba de sentirse a gusto con mis colegas femeninas".

Un público que, además, deserta de las salas de concierto situando a la música sinfónica, a juicio del director británico, en "una situación de crisis". "La música clásica cada día es más popular gracias a los discos, pero son esas mismas grabaciones las que apartan al público de las salas de conciertos", dice quien, después de Herbert von Karajan, ostenta el récord de haber grabado más discos que ningún otro de sus colegas. "Claro que estoy a favor de grabar, pero siempre que se consiga reflejar la tensión que se crea en un concierto en directo".

Que una película sirva de canal de difusión de la música clásica es algo que el director británico aprueba. Él mismo dirigió la música de Mozart que se oye en el filme Amadeus, de Milos Forman y acepta encantado que la banda sonora de Fantasía 2000, la última película de la factoría Disney, encabece las listas de los discos de música clásica más vendidos de Estados Unidos. "Mi colaboración en Amadeus fue criticada, pero me satisface que el éxito de la película sirviera para popularizar a Mozart en el buen sentido. Si la música se toca con honestidad y respetando las intenciones del compositor no hay nada denigrante en que la escuchen millones de personas".

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