VUELTA A LA ESTAFETA
Juan Carlos González, cartero rural en Álava, de 45 años, ya sabe que su temeraria escalada en solitario del Everest en mayo pasado no le ha dejado inútil para ejercer su oficio, tras perder siete falanges de los dedos de sus manos por la congelación. González fue objeto de un entrañable homenaje en la noche del pasado jueves en su localidad natal, Castro Urdiales (Cantabria). Unos 2.000 vecinos congregados en la plaza del Ayuntamiento asistieron a un montaje audiovisual en una pantalla gigante que recreó la hazaña del montañero. González formaba parte de una expedición vasca que pretendía conquistar la cumbre. Acosados por el monzón, decidieron retornar al campo base, pero el escalador cántabro siguió solo acompañado por un sherpa. Atendido en una clínica especializada de Zaragoza durante dos meses, deberá ahora afrontar la recuperación -que se prolongará tres meses- antes de regresar a su estafeta alavesa.-
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