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TOUR 2000

Jiménez: "Ya no soy tan bruto"

El escalador abulense habla de sus esperanzas de ganar hoy en la cima del Mont Ventoux

Carlos Arribas

José María Jiménez es un ciclista volcánico y desconcertante. Hace un par de años ganó en la cima del Mont Ventoux una etapa de la Dauphiné Libéré. Hace un mes, esa carrera francesa de preparación para el Tour volvió a hacer etapa en el gigante de Provenza. Jiménez, abulense como Julio, el relojero que pasó primero por la cima el 13 de julio de 1967, el día que sucumbió Simpson, volvió hace un mes al Ventoux, también corriendo la Dauphiné. Partió favorito y acabó a más de cuarto de hora del primero, el estadounidense gregario de Armstrong Tyler Hamilton. El mismo escalador, el mismo monte, blanco y negro. Se explica: "Cuando estás bien, te pones a tope y ves que no alcanzas el tope; cuando estás mal, sin estar a tope quieres forzar y ves que no puedes". No habla de un término medio entre el bien y el mal: en su caso no existe. "Pero algo he aprendido. Cuando me reventó Pantani en la Fauniera, yo fallé por querer ganar sin saber el sitio en qué debía intentarlo. Pero ya he aprendido a no ser tan bruto. Ya no soy tan bruto".¿Será pues un Jiménez más refinado el que hoy, en los 21 kilómetros del Ventoux, capitalizará las esperanzas del ciclismo español y despertará la imaginación de los aficionados? La seriedad con la que trató de aguantar un poco las acometidas de Armstrong en la subida a Hautacam en ese sentido parecen señalar. Más refinado, quizás. Pero no por ello menos Chava, menos cabezón. "De fijo, fijo que yo salgo a ganar la etapa del Ventoux. Eso lo saben hasta en... Otra cosa, claro, será ganarla".

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¿Podrá ese Jiménez refinado hacer algo más que el bruto? Será difícil, claro. En otras carreras, en otros lugares, se puede decir que el único enemigo de Jiménez es sólo el carácter errático de Jiménez, pero en el Tour, pero en el Tour 2000, está también un tal Lance Armstrong. "Lo de Hautacam fue deprimente", dice Jesús Hoyos, médico del Banesto. "Jiménez empezó a subir el puerto con tres minutos de ventaja sobre Armstrong, fue todo el tiempo a rueda hasta el final y era, además, un Jiménez en perfecto estado. Estaba todo lo bien que podía estar. Y aun así llegó Armstrong y le superó".

¿Será entonces el Ventoux un imposible para el escalador de El Barraco? Eso parece. Y sin embargo... Eusebio Unzue, su director, tiene una teoría, que en estos tiempos de estupefacción por lo que hizo el americano el lunes suena más a antiteoría. Ayer, en el hotel del equipo la discutía con Eddy Merckx, que por allí también andaba alojado. "Y Merckx coincide conmigo", dice Unzue, optimista. "Fue lo que pasó en el Aubisque el lunes lo que me tiene perplejo. Fue cuando todo el grupo de escaladores le sacaba un par de minutos a Armstrong. Fue la frialdad con la que se comportó el americano, que iba sin equipo, en un grupo rodeado de los grandes favoritos y sólo con Guerini, el gregario de Ullrich, tirando. Armstrong ni se inmutó cuando lo más lógico hubiera sido que se hubiera ido con el grupo de escaladores en vez de aguantar. Ahí es donde me entra la duda: ¿no se movió en un alarde de entereza y control o es que estaba pasando un mal momento? ¿Estaba convencido de que iba a recuperar el tiempo a los escaladores, tan convencido de su superioridad, o en realidad estaba ahí porque no podía más? Creo firmemente que Armstrong sufrió una crisis. Y si la sufrió entonces, ¿por qué no iba a sufrirla ahora de nuevo?" ¿Deseos o realidades?

¿Por qué no? "A Armstrong no le quiere la Luna", dice José Miguel Echávarri, jugando con el apellido del ciclista, el mismo que el del primer hombre que pisó la Luna, Neil Armstrong, y el paisaje lunar que caracteriza al Mont Ventoux. "No, el Mont Ventoux no me quiere", refrenda el ciclista. "Siempre he sufrido allí". No hace ni un mes, en la misma Dauphiné en la que Jiménez se quedó a cuarto de hora, Armstrong, que iba por delante con Zülle, Zubeldia y Hamilton, sufrió también unos kilómetros de crisis. Perdió en poco tiempo más de un minuto. "Pero eso fue porque llegó saliendo de una gripe. Estaba enfermo", explican en su equipo. "Ahora todo será diferente". Y si no le ama el Ventoux, a Armstrong le ama la lluvia y el frío. No le abandonan y él los quiere también. Y ayer llovió, más bien nevó, e hizo frío en la cima del Ventoux. Y para hoy tampoco se espera al sol. El calor no existe en el mes de julio más fresco de Francia en muchos años.

Jiménez, que es de Castilla, ama al calor seco y duro. Le gusta el desierto. Quiere sol. Pero también sabe sufrir bajo la lluvia. Su única voluntad es ganar una etapa. Si es la del Ventoux, mejor. "Porque si no es una etapa", dice, "tampoco me veo capaz de luchar para acabar en el podio. Para eso hay que llegar mentalizado al Tour, no se puede cambiar la mentalidad de un día para otro. Yo he venido a ganar una etapa".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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