Dos mundos

Diana Krall quartet y Tony Bennett Quintet. Palau de la Música. Valencia, 10 de julio.

Dos formas de entender la canción en un contexto jazzístico se dieron la mano en Palau. Las maneras sobrias y sensuales de Diana Krall, propias de un café concert, precedieron a la explosión de júbilo romántico del veterano Tony Bennett en una imaginaria sala de fiestas de Las Vegas. Distante, pero sumamente expresiva, la canadiense se ganó el respeto del público con poco más de media docena de piezas, que desgranó con mimo y eficacia, arropada por un competente trío en el que descolla su contrabajista, Ben Wolf. Krall crea con naturalidad atmósferas intimistas, en las que introduce súbitos cambios de ritmo sin apenas inmutarse. Su dominio de las baladas y tiempos lentos es total, y gracias a piezas como I've got you under my skin, Let's fall in love o But not for me, acaba seduciendo a pesar de o, mejor, por contraste con esa aparente frialdad que en una primera escucha suele reprochársele.Cálido y sonriente, Bennett quiso estar tan próximo al público, que hasta dedicó un tema a Sorolla, sin que ello supusiera tanto entusiasmo como sus piezas más populares: Old devil moon, I left my heart in San Francisco..., que le permiten jugar con el micrófono a placer y pasar del tono narrativo inicial a algunos finales explosivos. Bennett interpretó más de 20 temas que resumía en pocos minutos, como si quisiera condensar en viñetas toda una época en la que se cantaba a un amor galante cuajado de sonrisas y misterios fácilmente resolubles a la luz de la luna.