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ESPECTÁCULOS

Teatro para combatir el tedio de la canícula

Las salas echan mano del ingenio para atraer a los espectadores durante el verano

El bochornazo veraniego, tan propicio para terrazas, piscinas y escapadas, obliga a los teatros madrileños a buscar reclamos para que el público no se les esfume en verano. Unos pocos recurren al consuelo del bolsillo bajando los precios; otros sirven copas mientras dura la función; los menos improvisan un patio de butacas al fresco, y la mayoría se apunta al catálogo de espectáculos de humor, pero con una pizca de sarcasmo que demuestre que ocio estival y materia gris no siempre se repelen. Son algunas maneras de combatir el tedio que provoca la canícula veraniega. - Sala Pradillo. No cierra en todo el año y despliega una estrategia especial en verano para mantener ocupadas sus 120 butacas. El público cambia en los meses de julio y agosto, así que los responsables de la sala buscan contenidos más relajantes, como la comedia, "que es un género universal". "Este año hemos programado un menú a caballo del teatro y el cabaret, que está teniendo bastante éxito", comentan los promotores.

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No han claudicado con los precios, en general, pero han tenido que sumarse a la fórmula del día del espectador, en el que la entrada cuesta la mitad. El horario de comienzo de la función se retrasa un par de horas. Y los espectadores pueden remojar el gaznate con una copa mientras disfrutan del espectáculo.

- Sala Cuarta Pared. El director de este teatro, Javier Yagüe, convierte a la sala en una olla a presión en verano. Reúne en sus instalaciones a actores profesionales de todas partes de España y a especialistas y premios nacionales, a colación de los cursos internacionales de teatro, que este año cumplen ya su sexta edición. "Aprovechamos que los actores tienen menos compromisos en estos meses y, por tanto, más tiempo para reciclarse", aclara Yagüe. Pero no se olvidan del público: "Proponemos espectáculos con cena y contenidos más ligeros, aunque con la misma incidencia social".

El horario pasa de las 20 a las 21 horas y los precios no varían. Esta sala cierra en el mes de agosto, aunque "puede que este sea el último año", duda su director. "Hemos comprobado que en verano los aforos del resto del año se mantienen y nosotros solemos cubrir el 70 por ciento de nuestras 172 butacas, así que hay que replantearse la apertura en agosto", sentencia.

- Sala El Canto de la Cabra. La transformación de esta sala en los meses estivales es total. Escenario, sillas y actores se airean en una pequeña plaza pública para que los espectadores gocen del espectáculo a la intemperie. "Lograr un espacio escénico con árboles, farolas y un olivo atípico reales supuso un gancho para nuestro público y un gran impulso para nuestro proyecto", observa Elisa Gálvez, que dirige la sala junto a Juan Úbeda.

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El calendario de representaciones semanales se amplía de miércoles a domingo (en invierno empiezan los jueves) y se buscan propuestas que gusten a espectadores con apetencias teatrales distintas. "El público de todo el año es inquieto, pero en verano observamos que hay menos universitarios y más gente madura", significa Gálvez. Aunque también depende de lo que se ofrezca, ya que esta sala sufre estos días una avalancha de mujeres que desean ver el montaje Una mujer sola, de Dario Fo, que relata los avatares de una fémina agobiada por un bebé llorón, un cuñado paralítico pero de manos listas y un marido empeñado en encerrarla.

- Sala El Montacargas. El aforo de 50 butacas de esta sala se cubre sin problemas en verano. Es la ventaja de estar incluido en la programación municipal de Los Veranos de la Villa del Ayuntamiento de Madrid. "Eso nos permite beneficiarnos de estrenos o reestrenos que fueron un éxito hace tiempo", reconoce Aurora Navarro, responsable de la sala junto a Manuel Fernández.

El Montacargas echa la cancela el mes próximo, "por descanso del personal, que no por falta de público", remarca. "Recuerdo el primero de agosto de hace dos años, cuando estrenamos ¡Ay Carmela! y se nos llenó la sala; o un 15 de agosto donde conté hasta 7 críticos teatrales en la sala, algo irrepetible", rememora Navarro.

- Sala Triángulo. Los responsables eliminan la programación infantil en verano y combinan su menú "para toda la familia" con el festival Al Fresco, que le convierte en café-teatro cuando llega la medianoche. "Este año hemos conseguido seis buenas compañías españolas, que traen montajes de humor, aunque no frívolos", comenta Alfonso Pintado.

El precio se mantiene con respecto al invierno y el horario de comienzo se retrasa sólo media hora. El gancho del café-teatro está cuajando entre los madrileños noctámbulos, hambrientos de marcha con contenido.

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