EL HÁMSTER AL QUE LE GUSTÓ EL COCHE
Cuando Alan Pinto llegó a su casa de Liverpool en su Mercedes se dio cuenta de que el hámster que le había comprado a su hijo Rohan había desaparecido. El animalito se había escapado de la jaula y se había escondido en algún hueco del vehículo. Ahí comenzó una semana de suspense que no terminó ni con el automóvil -valorado en casi siete millones de pesetas- desmontado en piezas. Al darse cuenta de la desaparición, Pinto llevó el coche a un taller y, durante cuatro días, 25 mecánicos trataron de encontrar al roedor, sin éxito. Primero desmontaron los asientos; luego, los revestimientos interiores, y Hammy no aparecía. Un día después se decidieron a desmontar más partes del vehículo y, como no conseguían nada, desmontaron la estructura del lujoso Mercedes. Entretanto, para intentar atraer al hámster, le dejaron algo de comida, pero el animalito la consumió y volvió a su escondite sin dejarse atrapar. Tan infructuosa búsqueda empezó a desesperar a Pinto, Rohan, los mecánicos y demás personal interesado en la captura. Los dueños del taller recurrieron a la Sociedad Nacional de Protección de los Animales (RSPCA), donde les aconsejaron que preparasen una trampa con alimentos que no dañase, claro está, al pequeño roedor. Pero Hammy fue más listo que sus rastreadores y se llevó la comida sin caer en la trampa. Se acercaba el fin de semana y el problema seguía sin resolverse. Fue entonces cuando la esposa del gerente del taller debió acordarse de algún refrán inglés similar al español que afirma que "tiran más dos tetas que dos carretas" y propuso que se introdujese en lo que quedaba en pie del vehículo una hembra de hámster como última solución. Hammy salió inmediatamente de su escondite. Belinda Diamond, la responsable de mercadotecnia de la empresa, señaló: "Esto prueba simplemente que se puede probar todo, pero no hay como el perfume de mujer para atraer al más insaciable de los hombres".-AFP,
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