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Un 'poli' bueno

Isidro Morales, el policía de barrio de 24 años que rescató a un niño de las llamas, se considera "un poli bueno". "No me puedo estar quieto; cuando surge una llamada procuro ir a toda velocidad a ayudar a mis compañeros", afirma. Se recorre el distrito de Fuencarral desde hace dos años en su moto oficial. Los inmigrantes portugueses que viven en un poblado de infraviviendas del distrito le llaman El Moro porque es muy moreno. "Es del sol que te da cuando vas en moto", explica.Morales tiene una estatura excepcional: 1,89 metros. Es delgado y le gustan los deportes, sobre todo las carreras de fondo en atletismo, el ciclismo y el senderismo por la sierra de Madrid. "No soy el estereotipo de policía gordo, con tripa, que apenas puede correr. Hay que romper con esa imagen", afirma. Tampoco le gustan las teleseries de policías porque dice que no reflejan la realidad social ni la de la ciudad. "La gente se cree que lo que echan por la tele es lo que ocurre, y ni siquiera se le parece".

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Un héroe con uniforme

El agente-héroe ingresó en el Cuerpo Nacional de Policía hace cuatro años. Comenzó a patrullar por las calles de Motril, un pueblo granadino alejado sólo siete kilómetros de Molvizar, la localidad donde nacieron sus padres, el resto de sus familiares y donde vive su novia.

Hace 25 años, su familia emigró a Madrid en busca de empleo. Su padre trabajó como profesor de Química en el Colegio de Huérfanos de la Armada, en Ciudad Lineal. Murió hace un par de años. En ese centro educativo estudió el propio Isidro, donde nunca suspendió ninguna asignatura en junio, según asegura. Cuando aprobó la selectividad sabía qué quería hacer en el futuro: policía.

Tras un año de entrenamiento en la academia de Ávila pasó a hacer un año de prácticas. Los dos primeros meses fue destinado a Motril (Granada). Los diez meses restantes los pasó en el aeropuerto de Barajas. "Allí trabajé en varias dependencias". Pasó del control de pasaportes a acompañar a los detenidos a los aviones.

Desde hace dos años patrulla por Fuencarral, velando por la cordial convivencia entre vecinos de chalés de lujo y de infraviviendas. El día que pasó más miedo como policía fue cuando le rodearon 200 personas en un poblado durante la detención de dos individuos por el robo de un coche.

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