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Reportaje:

Ven, pero no se enteran

El año pasado visitaron Alicante durante las Fogueres de Sant Joan 100.000 personas, procedentes en su mayor parte de otras provincias de España. Es indudable el reclamo que suponen estas fiestas declaradas de interés turístico internacional, que además juegan con la ventaja de su situación en el calendario, máxime este año en el que la cremà cae en fin de semana. Sin embargo, no todos los visitantes saben muy bien qué es lo que están viendo ni saben que Alicante está en fiestas hasta el momento en que pisan la ciudad y la encuentran llena de figuras y personas vestidas con trajes regionales.Pablo y Loli forman una pareja madrileña que se refugia ocasionalmente en el Mar Menor. Hasta allí llega la señal de Canal 9, que de otra cosa no, pero de fogueres anda en estos días servida. Intrigados por las excelencias de la fiesta y la tierra alicantina que narran los periodistas, decidieron ayer visitar Alicante. A la salida de la flamante oficina de información turística de la Rambla Méndez Núñez, plano de la ciudad y programa de fiestas en mano, se muestran interesados por ver "las figuras" más atractivas. Este periodista asume el papel de guía turístico y les habla del autobús que une las cinco que compiten en categoría especial. Van a estar en la ciudad sólo cinco horas (imposible pernoctar, no quedan plazas de Alicante a La Vila Joiosa), y Pablo quiere saber si queman unos cuantos monumentos cada noche. Tras la explicación pertinente respecto a la cremà y las recomendaciones de vestuario en previsión de la banyà, el periodista regresa a su papel original y pregunta si pueden entender que se quemen hasta 14 millones en una sola hoguera. "No, pero me da igual. No es cuestión de entenderlo o no, porque es un espectáculo", dice Pablo.

En la oficina que los dos turistas acaban de abandonar atienden, desde principios de semana, a 600 personas diarias. Españoles muchos, pero también franceses e ingleses como representantes más numerosos del turismo extranjero. La mayor parte pide información específica sobre las Fogueres, según su responsable, Antonio Crespo. La cremà es el mejor reclamo, pero los turistas no se conforman con el folclore, y preguntan qué museos se pueden visitar y qué otras actividades existen aparte de ver pasacalles y asistir a las mascletás, espectáculo que, según testigos presenciales, pilla desprevenidos a muchos extranjeros que se sitúan en primera fila y huyen despavoridos cuando el ruido comienza a pintarles feo el asunto.

Los que entienden de qué va la movida festera son los estudiantes europeos que disfrutan de una beca Erasmus o reciben clases de español en la Universidad de Alicante. Claro que a estas alturas ya han acabado los exámenes, pero un 85% deciden alargar su estancia con motivo de las fiestas, según la Oficina de Relaciones Internacionales de la Universidad, que estima en unos 1.200 los estudiantes extranjeros que ahora mismo disfrutan de las largas noches de Fogueres.

A Jürgen y Kerstin, alemanes de Stuttgart que se comen un helado mientras observan la foguera oficial en la Plaza del Ayuntamiento, les cuesta entender tanto derroche para quemarlo en unos minutos. Jürgen busca explicaciones atávicas: "los españoles son así, gente loca que se gasta mucho dinero en fuegos artificales y en fiestas. Es típico de España", dice.

Tampoco Jürgen y Kerstin sabían nada de la cremà ni de la banyà ni de por qué narices se plantan las fogueres ni a qué venía tanto ramo de flores dispuesto para la ofrenda. "¿Para San Juan?", pregunta Kerstin. O para la Virgen, qué más da. Podría este reportero explicarles que, en estos actos, importa menos la devoción que marcarse un arreglo floral más aparatoso que el de la comisión de al lado, pero el inglés y la hora de cierre no dan para tanto.

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