Keegan sonríe al futuro pese al naufragio inglés
El técnico de Inglaterra no dimite tras su eliminación y declara que aprenderá de la experiencia
Con la derrota a cuestas y una pésima estela futbolística, Kevin Keegan hizo ayer de profeta antes de pisar suelo inglés: "Miro hacia el futuro y nos vamos a recuperar". El problema es que el presente del fútbol inglés es inquietante, aunque Keegan, siempre con la sonrisa antes los focos, evoque otro horizonte. Un futuro en el que se incluye él, que ya ha expresado su deseo de continuar al mando de la selección inglesa. Un equipo que ha estado "muy mal", que "no tiene excusas ni más culpables que los jugadores", según la opinión de Alan Shearer, el capitán inglés. Una Inglaterra a la que "le falta táctica, técnica y concentración", según el análisis de Johan Cruyff.En medio de una cascada de críticas, sólo aliviadas por la "humillante" eliminación de Alemania, frase muy repetida ayer en los centros de prensa del torneo por los periodistas británicos, Keegan reclama otra oportunidad. "Estoy convencido de haber elegido a los mejores y todos debemos aprender de esta experiencia", afirmó el técnico de la rosa aún en suelo belga.
Inglaterra no ha encontrado en el torneo la pócima adecuada. Keegan llegó con serias dudas sobre el sistema, que si un 5-3-2, que si un 4-4-2... En realidad, en el trasfondo de esas vacilaciones está el problema del fútbol de las Islas.
La Premier League ha mejorado notablemente en los últimos años, con importaciones -de técnicos y jugadores- interesantes. Los equipos británicos se han empapado de algunas teorías continentales, pero la selección aún no ha encontrado cómo conjugar el pasado y el futuro. Se defiende con uñas y dientes a los de toda la vida, a tipos huesudos como Adams, Keown, Ince... Jugadores que representan un estilo imposible de fundir con futbolistas de otra "cultura", también admirados por sus compatriotas, caso de los Ferguson boys del United, o Michael Owen. Unos quieren saltar y chocar; otros, mirar y pasar.
Al contrario que Alemania, Inglaterra sí tiene una generación interesante a la vista. Un curso de jugadores brillantes que reclaman a gritos un nuevo envase, como el que tienen en el Manchester de Alex Ferguson o en el Arsenal de Arsène Wenger, las dos entidades con mayor efecto mimético en el fútbol inglés. No así el Liverpool del francés Houllier o el Chelsea del italiano Vialli, donde la llegada masiva de extranjeros ha retorcido los genes de dos equipos de enorme peso. Ya no son equipos ingleses maquillados con buenos jugadores foráneos, sino simplemente equipos satélite ubicados en suelo inglés.
De cara a la transición del equipo nacional, puede que el capitán Shearer, santo y seña en la última década, diera ayer los primeros avisos. Shearer quiere dejar el equipo y dedicar más tiempo a su familia y su club, el Newcastle. Celoso en los últimos tiempos por la sombra alargada de Beckham y Owen, la retirada del goleador puede tener un alto valor. Con Shearer se iría un reputado goleador, sin duda. Con su tanto a Rumania, el delantero del Newcastle ya suma 30, una cifra que le convierte en el cuarto máximo goleador en la historia de la selección, por detrás de Bobby Charlton (49), Lineker (48) y Jimmy Greaves (44), y empatado con Tom Finney y Nat Lofthouse. Pero si cumple su deseo, Shearer podría arrastrar con él a su quinta, y dar vía libre a los nuevos talentos. El único horizonte que puede vislumbrar Keegan si sonríe menos y estudia más. O ambas cosas a la vez, vaya.
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