"Los juzgados de paz de la región sufren un abandono total"
Hace 11 años que Félix Gallego Serrano (Cuenca, 1947) se hizo cargo del juzgado de paz de Ciempozuelos (13.000 habitantes). Entonces, su mesa, sujeta por cuatro tablas, estaba repleta de legajos y casos pendientes de resolver. Este oficial administrativo de un centro sanitario ha aprendido desde ese día los gajes de su oficio. Entre ellos destaca el levantamiento del cadáver del hijo de uno de sus mejores amigos, fallecido en un accidente de tráfico, o el solucionar con un apretón de manos un conflicto por el reparto de tierras de labranza. Su horario comienza a la una y media de la tarde y dura "hasta que acaba todo el trabajo", lo que también incluye los fines de semana. Y eso "por un sueldo ínfimo, casi simbólico". Ahora preside la Asociación de Jueces de Paz de la región, que engloba a los 159 municipios que cuentan con este primer escalón de la justicia.Pregunta. ¿Cuál es el trabajo de un juez de paz?
Respuesta. Hacemos de todo, desde juicios de faltas a conciliaciones o bodas. También llevamos el Registro Civil. Estamos las 24 horas del día de guardia, lo que supone que no puedes marcharte los fines de semana, porque, si ocurre algo, eres la única autoridad judicial.
P. ¿Cuál es su remuneración?
R. Depende de los habitantes del municipio. Yo cobro 33.000 pesetas al mes. Con ese dinero hay que pagar al juez sustituto cuando se marcha uno fuera o está enfermo. Otros compañeros no superan ni las 10.000 pesetas.
P. Entonces, ¿por qué se mete uno a juez de paz?
R. Por vocación y por conocer el mundo de la justicia. En todos los pueblos existe mucho politiqueo, porque la corporación municipal tiene que elegir a uno de los candidatos que se presenten. Cada vez que hay cambios en el ayuntamiento, cesa el juez de paz. Cuando la gente ya empieza a conocer el asunto, pueden echarlo.
P. Sin embargo, es la justicia más cercana al ciudadano.
R. Los jueces de paz suelen hacer la justicia en la calle. Cuando voy a comprar el periódico un sábado, es muy extraño que no me paren como mínimo cuatro personas para preguntarme por sus asuntos. Y, si está en mi mano, hasta abro el juzgado y les soluciono el problema para que no pierdan un día de trabajo. Eso un juez de primera instancia no lo hace nunca. Pasamos más horas en el juzgado que en nuestro negocio o con la familia.
P. ¿Cómo están los juzgados de paz de la región?
R. Sufren un abandono total. Muchos compañeros pasan auténticos calvarios porque el 95% de los juzgados no reúne las condiciones necesarias para su trabajo. Comparten muchas veces el mismo local que los servicios sociales y no tienen ni un despacho. Si dejáramos nuestro trabajo, paralizaríamos la justicia. Parece mentira que poblaciones como Pozuelo de Alarcón o San Sebastián de los Reyes tengan todavía juzgados de paz.
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