Un fútbol hueco
Una jugada tonta, de portero a portero, interrumpida por la cabeza del ariete, decidió una tontería de partido. El gol le dio la razón a Noruega, que defendía que para ganar un partido puede bastar una falta lateral o frontal, o un córner, frente al fútbol asociativo que abandera España, nuevamente comida por la flojera del debut. A diferencia de las selecciones favoritas, el equipo de Camacho fue incapaz de sobreponerse a un estreno. Le faltó liderazgo y experiencia, nada nuevo en un plantel en el que la media de partidos internacionales es inferior a la veintena. Hierro es el único que sobrepasa los 70, mientras Raúl y Guardiola no llegan a los 40. Tres futbolistas que ayer no pudieron vertebrar el juego de un equipo que se ha quedado seco después de ser el más fecundo en la clasificación.Hierro ejerció un buen control del juego defensivo. Acudió al encuentro de cuantos balones aéreos colgaron los noruegos, salvo en el del gol, en el que Molina había pedido la pelota, y en uno cruzado que escupió el larguero. La colocación, la experiencia y la altura le eximieron de esfuerzos inútiles y de jugarse el uno contra uno. Ofensivamente le faltó salida y repicó demasiado sus pases largos buscando a Urzaiz. En el arranque del segundo tiempo avanzó un paso y el equipo tomó aire hasta el tanto de Noruega.
Guardiola no encontró la línea de pase y, consecuentemente, a España le faltó hilo para coser su fútbol. Tocó y tocó para ganar muy pocos metros y conectó poco con Raúl, y menos con los dos volantes. No se abrió la cancha ni se movió a Noruega, que defendió siempre con nueve jugadores detrás del cuero. El equipo ha perdido profundidad por banda y le cuesta jugar en ataque estático. Los españoles sólo recibieron la pelota en las zonas blandas del campo. La combinación Guardiola-Valerón, por lo demás, no acaba de cuajar en los partidos peludos, quizá porque el rojiblanco no sabe dónde ponerse. O se solapan o no toman la distancia adecuada, de manera que el fútbol sale previsible, la ejecución de la jugada es lenta y falta ritmo y garra. A falta de una buena circulación del balón y sin despliegue físico, España no hace daño. Parece un equipo fatigado, sin capacidad para desbordar, con poco vigor y agresividad. Un fútbol hueco, que perjudicó principalmente a Raúl.
La pelota viajó siempre de mala manera. El toque sale cobarde, el pase se queda corto, la bola bota sin ton ni son, y así resulta difícil recibir en la zona de definición. Raúl no aceleró ningún pase, jugó casi siempre de culo, porque le flotaron tres y cuatro noruegos, y cuando se desmarcó y perfiló para rematar, especialmente en tres ocasiones, no encontró portería.
El resultado y, sobre todo el fútbol rudimentario aplicado por los noruegos, hizo sangrar más al equipo español por la derrota, que llegó por la misma vía que hace dos años en el Mundial de Francia-98. En los porteros -entonces Zubizarreta y ahora Molina- recayó la desgracia e impotencia de todo el grupo. No hay manera de que el equipo remonte, se sobreponga a la adversidad, y también a la fatalidad.
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