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EUROCOPA2000La jornada de ayer

Holanda pincha y gana

Los holandeses se imponen sin ningún mérito a la República Checa, que mereció la victoria

Santiago Segurola

A última hora, sin ningún mérito, Holanda venció a los checos, que confirmaron su papel de la última Eurocopa. Equipo combativo, sin demasiada clase, pero con una tenacidad que le vuelve incomodísimo para cualquiera. Para Holanda fue una taba. Padeció de lo lindo en el segundo tiempo, en el que recibió dos remates al palo. Pero en el último minuto, Overmars, que había salido por el discretísimo Zenden, se escapó del lateral y envió el centro que provocó el penalti, un tirón de Nemec a la manga de Ronald de Boer.Un problema de estructura afectó a Holanda durante gran parte del encuentro. Su interés por la posesión de la pelota quedó en entredicho no tanto por el dibujo del equipo, como por la ubicación de los jugadores, algunos de ellos en lugares antinaturales. El caso de Cocu fue el más llamativo. Interior izquierda de toda la vida, ocupó un puesto en el eje del medio campo. De medio derecho, nada menos. Penó durante todo el partido, de pura incomodidad, con el campo orientado al revés de su salida natural como zurdo. La cuestión es que el fútbol de Holanda tenía que pasar por este Cocu desubicado, y así no hubo manera. Tampoco ayudó Seedorf, tirado sobre el costado izquierdo. Nunca ha sido su lugar favorito, pero frente a los checos lo hizo saber exageradamente. Se inhibió con tanto descaro que Rijkaard no tuvo más remedio que sustituirle por Ronald de Boer.

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La suma de factores negativos superó a la siempre atractiva puesta en escena de los holandeses. En el primer tercio del partido, se vio algún destello del estilo que les ha dado nombre. Bergkamp, que gasta fama de lánguido, intervino con decisión en varias jugadas, ante la implacable persecución de Gabriel, un tallo considerable que no se anduvo con contemplaciones frente al jugador holandés. Cada balón dividido era un tabazo para Bergkamp, cuyas prestaciones se hicieron cada vez más intermitentes. El capítulo de concesiones resultó excesiva. Para la media hora, Holanda era una sombra de equipo. Frank de Boer comenzó a tirar del pelotazo a Kluivert, sin ningún éxito. El equipo se quedó sin recursos y sacó a flote a los checos, que llegaron tímidos y defensivos, desdeñando cualquier posibilidad de montar el ataque. Su primer remate se produjo al final del primer tiempo.

El público asistió con estupor al desplome de su equipo. Lo que menos toleran los holandeses es la vulgaridad, la falta de estilo. O sea, la selección que se midió con los checos.Durante toda la segunda parte, estuvo desarmada frente a un equipo no dijo nada en el primer tiempo y que luego mereció la victoria de punta a punta. El hombre de la noche fue Pavel Nedved, jugador interesantísimo por su dinamismo, por su verticalidad, por su pegada con las dos piernas y porque transmite carácter. Nedved comenzó a carburar y a su estela se agregaron varios jugadores, algunos tan imprevistos como Koller, una columna de dos metros que metió en graves problemas a Stam y Frank de Boer. Desde luego no da pinta de futbolista. De puro grande convierte a Stam en humano. Pero el tal Koller se las ingenió para aterrorizar a la defensa holandesa en dos jugadas que pudieron cambiar el signo del encuentro. En la primera, recibió un excelente pase de Nedved y levantó la pelota sobre Van der Saar, que sacó la manita cuando la gente se llevaba las manos a la cabeza. En su segundo remate, un cabezazo con toda la majestad de un tallo de su calibre, Koller envió la pelota al larguero. No fue el primero de los checos. Poco antes, Nedved cruzó un cabezazo sensacional que golpeó en la cara interior del poste. Si no entró es porque los checos no estaban llamados a ganar el partido.

De los holandeses no se supo nada hasta el final. A Rijkaard le dio un ataque tardío de sensatez y cambió a Zenden por Overmars. Entre uno y otro hay un mundo de diferencia. Overmars no sólo desborda, sino que lo hace para algo: para enviar un buen centro, para meter en dificultades a la línea defensiva. Precisamente de un desborde suyo llegó la jugada del penalti. Se fue con habilidad y tiró el centro. Ronald de Boer saltó con Nemec, que le tiró de la manga. El típico penalti que encuentra la indulgencia de los árbitros. Pero Colina lo pitó y Frank de Boer lo convirtió. Demasiado premio para una decepcionante Holanda.

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