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EUROCOPA2000La jornada de ayer

Italia remata más que juega

Los italianos sólo pudieron ganar de penalti a Turquía, que dominó la posesión del juego

Ramon Besa

Al fin una buena noticia para Italia, que ganó a Turquía, después de un año muy confuso en cuanto a juego y turbulento también en resultados, algunos negativos frente a selecciones menores y sin duda de inferior currículum. No es que su triunfo le sirva para ningún acto de reafirmación futbolística, pues ganó de penalti, con una de esas faltas que los árbitros sólo cobran a los pequeños cuando se enfrentan a los grandes, pero sería mezquino discutir su victoria en atención a las ocasiones, que no al juego, expuesto por uno y otro equipo en el campo donde trabaja Ronald Koeman con el Vitesse.A Turquía no le alcanzó el fútbol combinativo de sus centrocampistas, el toque y conservación de la pelota que exhibieron dos volantes exquisitos del Galatasaray como Okan y Sergen ni tampoco el despliegue físico de Korkut, nuevo jugador de la Real, pues le faltó pies y cabeza. Hakan Sukur, el ariete que en cuatro temporadas ha sobrepasado los 80 goles, quedó emparedado entre los centrales italianos, y la zaga fue demasiado permeable al empuje del rival. Poco consistente y sin oficio, la selección de Denizli acabó por redimir al grupo de Zoff, que agradeció tanto la propuesta indolente de los turcos como la mano del árbitro en la acción decisiva. Pippo Inzaghi, negado con la pelota en movimiento, no falló a balón parado.

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Italia no tuvo ayer puntería y, como casi siempre, le faltó juego. Desde hace tiempo privada de cualquier encanto, resulta difícil saber qué se le exige al equipo azzurro, salvo la victoria a cualquier precio, para combatir la depresión en la que se ha metido el calcio. En ausencia de Vieri, lesionado para toda la Eurocopa, y con Del Piero fuera de forma, el equipo se entregó a Totti, cuyas maniobras ofensivas embellecieron esporádicamente a la austera tropa de Zoff, especialmente en el arranque. El surtido de pases interiores de Totti, sin embargo, acabó con cierta reiteración en el banderín de córner y, cuando no, en faltas laterales que los zagueros turcos combatieron con anticipación.

Marcó Italia de espaldas a la portería, con una chilena de Conte, y de penalti, aspectos que expresan el estado de tensión con el que juega cada partido, por no hablar ya del gol encajado a la salida de una falta cabeceada por el tipo más bajito del choque, acción en la que reclamaron fuera de juego. Los italianos remataron más veces a portería (10 contra 19), pero Turquía tuvo más tiempo la pelota (59% frente al 41%) y estuvo más por el fútbol. Tardó un cuarto de hora largo en acomodarse y vivió un rato colgada de las cabezas del libre y del ariete, pero a la que Hakan descolgó la primera pelota entró en el partido con una cierta elegancia. El suyo fue un fútbol frágil, pero también aseado, de toque y hasta cierto punto hermoso.

Turquía no supo expresar en la cancha la fuerza que desprendía la grada, pintada de rojo y blanco de portería a portería, de este a oeste, de principio a fin. La falta de pegada condenó al equipo turco a una nueva derrota en la Eurocopa, primera de la presente edición y cuarta consecutiva. Ha crecido el equipo y, sin embargo, adolece de la competitividad que exige un torneo a corto plazo como el campeonato europeo.

Italia, por el contrario, se sacó un peso de encima de manera imprevista. Jugó igual de mal que remató. El número de ocasiones fue excesivo de acuerdo a su fútbol, un factor que cuestiona más a Turquía que redime al colectivo de Zoff, que reclamaba un triunfo como el de ayer para trabajar con cierto calma. La luminosidad de Totti, sobre todo cuando descargó a las bandas y metió la pelota a espaldas de los centrales, y la fiabilidad de los tres centrales, pese a ciertos errores en el rechace, resultó determinante en un grupo cargado de metralla y falto de fantasía, y cuyo estado de convalecencia queda reflejado en el que hacer de Del Piero, que actuó en el último cuarto porque no está en forma para aguantar un partido entero.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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