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Entrevista:

JEAN-MARIE LEHN Premio Nobel de Química "Nos inspiramos en organismos vivos"

Pregunta. ¿En qué coincide su disciplina, la química supramolecular, de la que es usted pionero, con las nanotecnologías y la fabricación de microestructuras?Respuesta. No se trata de fabricar, en el sentido estricto de la palabra, microconjuntos, sino de provocar y dirigir su aparición. Hacer una programación molecular, que sería en cierto modo el equivalente a la programación informática. Primero se concibenladrillos de base, que son moléculas con ciertas propiedades estructurales e interactivas. El segundo paso es establecer el cemento que va a unir estos ladrillos según una estructura particular muy concreta, en función de las informaciones geométricas y energéticas de las moléculas-ladrillo.

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P. Parece algo muy abstracto. ¿Nos puede poner un ejemplo?

R. Este proceso se puede observar en la naturaleza. Algunos virus se unen por sí mismos de esta forma. Si mezclamos el ácido nucleico y las proteínas que lo componen, veremos aparecer espontáneamente unas construcciones esféricas que son virus.

P. ¿Cuáles podrían ser las aplicaciones de las técnicas de autoensamblaje molecular?

R. Podrían, en último término, constituir una potente alternativa a las necesidades actuales de nanofabricación. No se trata en modo alguno de competir con las técnicas de micrograbado de chips, ni siquiera con las técnicas actualmente en gestación, que se pondrán en marcha en los nano-talleres del mañana. Nuestro planteamiento es diferente: nosotros nos inspiramos en los procesos de los organismos vivos para llevar a las moléculas a producir espontáneamente estructuras complejas, como ocurre en los reinos animal y vegetal, pero de forma controlada. De esta forma se pueden fabricar objetos individuales, como los virus; o conjuntos de objetos, es decir, redes cristalinas. El primer caso interesa a la industria farmacéutica, que, por otra parte, trabaja ya desde hace algún tiempo en esta dirección. El segundo ha dado lugar a una nueva disciplina, la ingeniería del sólido cristalino, que podría proporcionar nuevos materiales para la electrónica, la óptica y la optoelectrónica. Además, el proceso de autoensamblaje molecular es, en principio, reversible: el material puede presentar una forma o unas propiedades diferentes según las condiciones a las que se le somete, un poco a la manera de los cristales líquidos usados para la visualización. Se ve surgir también una química de sistemas capaces de adaptarse, de responder a estímulos externos.

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