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"20 minutos en ser asistido"

Los abogados de la familia del preso asesinado en Soto lamentan en su escrito de acusación que los funcionarios tardasen "20 minutos en llegar a la celda", en la que hallaron a la víctima en el suelo y sobre un gran charco de sangre; y al procesado, hincado de rodillas, explicando a una estampa religiosa los motivos de su acción: "Ha querido envenenarme y me he defendido", decía una y otra vez el acusado. El abogado de Pablo desvela el alimento que la víctima dio a probar esa noche a su cliente y que éste creyó envenenado: "Una lata de caballa". "Cuando se encontraban en la celda", señala, "la víctima abrió una lata de caballa para cenar y le ofreció a Pablo (el acusado) que compartiese dicho alimento con él". Pablo la probó, pero tras su ingesta se obsesionó con que la lata estaba envenenada, se alteró y comenzó a discutir con Jesús. La defensa sostiene que la acción de su cliente no fue sorpresiva, sino que hubo un duro enfrentamiento entre ambos esa noche. Y pide que se le aplique un tratamiento psiquiátrico ambulatorio.

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Lo cierto es que un mes antes del crimen, un estudio psiquiátrico había destapado la peligrosidad del preso: "Esquizofrenia paranoide con ideas delirantes de envenenamiento".

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