Rubiera, el hombre de los Dolomitas
El ciclista asturiano del Kelme se impone brillantemente en la dura etapade los montes pálidos
José Luis Rubiera (Gijón, enero de 1973) es un ciclista atípico. E inteligente. Y no sólo porque estudie para ingeniero. El corredor del Kelme que ayer se impuso en una de las etapas más duras (tres grandes puertos, de más de 2.000 metros: Falzarengo, Marmolada y Sella) de un Giro gris es atípico porque parece sólo brillar en la gran carrera italiana. Y es inteligente, como demostró ayer, por la forma en que construye sus victorias. Rubiera, que no es escalador, se ve condenado a ganar etapas de alta montaña.El Giro, mientras, transcurre al ritmo impuesto por el extraordinario Francesco Casagrande, que se mantiene de rosa, siempre marcando el paso, aunque un poco más acosado por Stefano Garzelli (tercero ayer, y ya a 18 segundos en la general), un ciclista italiano conocido como el delfín de Pantani en el Mercatone Uno y que parece haber tomado por fin conciencia de sus posibilidades coincidiendo con el hundimiento (aun transitorio: 17 minutos ayer) de su líder. El día, fue, de todas maneras, mortal para Danilo di Luca, el joven rubio y emergente que no pudo estar con los buenos.
Rubiera, a más de atípico e inteligente, es un ciclista irregular. Como empujado por golpes de genio, brilla a veces, a veces se apaga y a veces pasa de lado. Su entrada en escena fue magnífica. Hace tres años. En el Giro de 1997. En una etapa dolomítica. Siete puertos. Sella y Pordoi entre ellos. Bajo el diluvio, Chechu Rubiera se hace grande. Desde entonces, siempre que llueve se dice en el pelotón: cuidado con Rubiera. Aunque terminó 10º en la general, y 13º en el 98. No volvió a confirmar en mucho tiempo y su palmarés se estancó. La victoria de ayer, que le hace colocarse 7º, a 1.50 minutos de Casagrande, es la quinta de su carrera.
Ayer no llovió, pero Rubiera estaba en situación conocida. No sólo volvían a recorrer los montes pálidos, el Sella, el puerto tendido que se abre sobre el valle de Gardena, también pasaron, como en el 97, por la estación invernal de Cortina d'Ampezzo. Y más todavía, alrededor suyo estaban las mismas caras que vio en aquella etapa de hace tres años: Gotti, Conti, Noè, Garzelli, Tonkov, Frigo, Belli, Konishev, Savoldelli... Suficiente para sentirse inspirado.
Quien no estuvo entonces fue precisamente quien le guió ayer al triunfo, el pimpante Simoni.
La cosa fue más o menos así:Casagrande, el líder sobrado, se monta una exhibición en la rípida Marmolada, allá donde el porcentaje se mueve por el 15% durante un par de kilómetros. Fue como una prueba de laboratorio: reactivo y resultados: Tonkov, el que parecía el más peligroso, no anda bien; Gotti, el ganador del 98, tampoco; Belli sufre, también Frigo. Sólo Garzelli le aguanta la rueda con un poco de soltura. Por detrás, esparcidos en distintos grupos, los demás. Entre ellos, Santi Blanco y Rubiera. Termina la Marmolada y terminan las grandes dificultades. Sella no es un puerto con desniveles que permitan hacer una gran selección. Ninguno de los grandes que pueden ganar el Giro piensa en desgastarse más. El triunfo de etapa se lo llevará aquel que sepa manejar bien la situación de parón.
Terminado el descenso de la Marmolada, se reagrupan los contendientes. Una veintena de corredores. Comienza el Sella y comienza Rubiera a ganar la etapa. El asturiano vuela y se hace un hueco. Santi Blanco, animoso y poco más, siempre sin capacidad para rematar, se va con él. El dúo hace camino. Simoni, detrás, ve que se le escapa la oportunidad de triunfar en sus tierras (es tridentino) y se une. Generoso y escalador, mula laboriosa, el italiano marca el ritmo, da tirones, intenta sacar de rueda a los españoles. Lo consigue con Blanco, pero Rubiera aprieta los dientes y aguanta. Se sabe más rápido. "Fui astuto", dijo luego Rubiera. "Hice ver que no podía más para que él tirara".
Y así, gracias a las ganas infatigables de Simoni, que nunca cesa de acelerar, terminado el descenso del Sella, superados los repechos de Selva Gardena, los dos llegan solos a la meta. Fácil entonces para Rubiera, más rápido, más entero, atípico.
Después de la dura etapa de hoy (con el Gavia), al Giro le quedan tres jornadas decisivas: el jueves, la llegada a Pratonevoso; el viernes, el Izoard, y el sábado, la cronoescalada de Sestriere.
En la contrarreloj de la Bicicleta Vasca (22 kilómetros), triunfo y también liderato en la general de Haimar Zubeldia (Euskadi). A 8s, Igor G. de Galdeano, y a 31s, David Etxebarria. Hoy, la última etapa, con la Subida a Arrate.
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