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FÚTBOL La octava Copa de Europa del Madrid

Mestizaje multitudinario

Las dos aficiones se mezclaron por las calles en franca camaradería antes del encuentro

Diego Torres

La sensación térmica pasó con mucho de los 40 grados centígrados en los furgones de la línea 13 del metro de París. Entre las seis y las siete de la tarde de ayer los vagones transportaron una oleada humana. Una multitud tensa ante la expectativa de descargar emociones fuertes. Como sardinas viajaron apretadas las damas parisinas, los inmigrantes del Magreb, la gente de las colonias en el Caribe, y los seguidores del Madrid y del Valencia, forzados por las circunstancias a improvisar cánticos y a saturar de ruido el metro que los llevaba a uno de los campos de batalla más armoniosos que se recuerden en la historia de las finales de la Copa de Europa: la estación de Saint Denis Porte de París. Allí se levanta el estadio de Francia, plateado y leve. Un escenario que ayer recibió a unos 48.000 seguidores españoles. El mayor éxodo de hinchas de un mismo país en la historia de la Liga de Campeones. Dos bandos de camisetas blancas con un enemigo común, el Barcelona, y por tanto, un buen motivo para convivir de manera llevadera. Dos hordas que inundaron París durante unas horas. Esperaron a los 90 minutos de fragor, y desaparecieron.Veinte autobuses y seis trenes especiales, seguidos de 40 vuelos chárter provenientes de Valencia acompañaron a otros 48 vuelos regulares y 100 chárter desde Madrid. Llegaron a París entre las ocho y las 10 de la mañana de ayer. "Pagué 13.000 pesetas por el billete en autobús", dijo un socio del Madrid que caminaba como un sonámbulo por los Campos Elíseos. "Salimos ayer a las tres de la tarde de la puerta cero del Bernabéu, pasamos por Irún intentando dormir un poco, y hoy abrimos los ojos en medio de un atasco, llegando a París". Los del Valencia debieron recorrer más kilómetros. Cinco horas más por carretera. Algunos viajaron en coches particulares: "Por 15.000 pesetas de gasolina y otras 20.000 para el peaje entre cuatro, más una bolsa común cargada de tracas que distribuimos entre la Torre Eiffel y las puertas del estadio".

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El martes por la noche París era una ciudad apacible, cargada de su común aire melancólico. La mañana de ayer se cargó de nubes negras, amenazadoras. Siete tracas seguidas estallaron en la base de la Torre Eiffel y el monumento se nubló con un humo blanco, dando comienzo a una mañana populosa. Parecía un cohete. Y el campo de Marte la plataforma de lanzamiento. Los jardines se atiborraron de decenas de miles de aficionados, en su mayoría del Valencia. Enredados en camisetas blancas y naranjas, hicieron lo que, como adoradores del estruendo, les permitió superar con creces a los más ceñudos madridistas. "La policía francesa ha recomendado a las agencias de viaje que a los del Valencia los trasladen a la Torre Eiffel y a nosotros nos lleven a la avenida Foch, a las puertas de los Campos Elíseos", explicó un hincha madridista. No duró mucho la separación y hacia el mediodía el mestizaje era multitudinario. "¡A la UEFA-oé! ¡A la UEFA-oé!", gritaban los seguidores del Valencia a los del Madrid, abordo de autobuses sin techo que recorrían la ciudad. Otros se embarcaban en las barcazas que dan la vuelta a la Isla de la Cité.

"¡Sí, sí, sí, la octava en Saint Denis!", gritaban los del Madrid. "¡Che que bo!", repetían febrilmente los del Valencia. "¡Anelka quédate, Anelka quédate... Quédate en París!", componían los madridistas escépticos.

Hacia las cuatro de la tarde, y después de saturar las terrazas y los restaurantes, la columna se fue replegando bajo un cielo de nubes y claros, generalmente hacia la boca del metro más cercano, en Saint Lazare, Trocadero, Champs-Elysées, o Invalides, buscando destino en Saint Denis. Pasaron por el parque del palacio de Chaillot. Subieron las escalinatas, bajo el ático del Museo del Hombre inscrito con un verso premonitorio en letras de acero: "Depende de lo que pase, que yo sea tumba o tesoro...".

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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