El incierto futuro de Djalminha, el excesivo futbolista brasileño

Con Djalminha no es posible más relación que la puramente pasional. Hace dos semanas, en el crucial partido contra el Zaragoza, la gente quería matar al sanguíneo futbolista brasileño cuando dejó al equipo en inferioridad numérica tras provocar su expulsión por quitarse la camiseta para celebrar con el torso desnudo un gol que parecía decisivo para el título liguero (después, en superioridad, el Zaragoza logró empatar el encuentro y posponer la celebración hasta el último suspiro del viernes).Pero la noche del título, el mismo viernes la gente no sólo perdonó a Djalminha todos sus excesos y frivolidades, todos los gestos ridículos, egocéntricos o geniales, de la larga, casi interminable Liga de 38 jornadas, sino que lo erigió en el rey absoluto de la fiesta. Su aparición en el palco de autoridades, con la cabeza embadurnada de una pasta azul celeste y vestido con una túnica blanca, provocó el delirio de la multitud.

En la cena para celebrar el título, entre percebes, nécoras, cigalas y albariño, Djalminha, ya más calmado, trataba de encontrar palabras para describir su felicidad. "Yo ya gané muchos títulos en Brasil, pero nada es comparable a esto", comentó el delantero. "Jugaba en el Palmeiras, que es un equipo grande, como aquí el Barcelona o el Real Madrid. Lograr un campeonato en un club pequeño como el Deportivo es una alegría muchísimo mayor. Este es un logro histórico".

Pero tal vez la alegría de Djalma tenía también otros motivos ocultos. No es un secreto que sus relaciones con el entrenador, Javier Irureta, han pasado por momentos de mucha tirantez durante la temporada. Y desde hace días crecen los rumores de que han llegado muchas ofertas, de mucho dinero, por él. El futbolista ni confirma ni desmiente, como es habitual en estos casos, pero algunas actitudes alimentan la sospecha de que algo trama. En medio de la fiesta, alguien se le acercó y le dijo:

-Djalma, no te vayas, que aquí te queremos mucho.

El jugador frunció el ceño y prefirió no contestar.