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Última jornada de Liga

El Alavés se mete en la Copa de la UEFA

Los de Mané debutarán en Europa y Salinas se despide del fútbol con un gol en San Mamés

ATHLETIC 2-ALAVÉS 1Más que un partido, eran 90 minutos de escrutinio. Se examinaba la actitud, la entrega, la voluntad, la decisión y el grado de consanguinidad del Athletic con el hermano alavés. Un examen completo y detallado de la genética futbolística que el Athletic aceptó como un cheque inevitable. Absorto en el análisis, el Alavés guardó la ambición en el armario de la Liga, se acoquinó, se metió en el biombo del medio campo y se olvidó del gol.No le despertó ni el parte climatológico de la jornada. El Barça y el Madrid se hundían sorprendentemente, sanando las heridas que dejaba la inicial victoria del Zaragoza en Mestalla. El Alavés había accedido al partido con mal pie y cojeaba ostensiblemente por exceso de tensión y falta de ambición. Julen Guerrero le heló la sangre cuando cabeceó, sobrepasado el cuarto de hora, un centro preciso de Javi González. Guerrero conseguía su gol centenario a pase de Javi González, el jugador más bullicioso del Athletic, como si su profesionalidad se emparentase a la vez con la adrenalina acumulada en el banquillo durante toda la temporada y su pasado tortuoso precisamente en el Alavés.

Athletic: Lafuente; Felipe, Alkorta, Ferreira (Expósito, m

64), Larrazabal; Imaz (Sívori m. 80), Urrutia, Carlos García, Javi González; Guerrero y Urzaiz (Karanka, m. 88).Alavés: Herrera; Contra, Karmona, Eggen, Torres Mestre; Desio, Pablo (Salcedo, m. 77); Astudillo, Azkoitia (Kodro, m. 69), Ibon Begoña; Julio Salinas (Javi Moreno, m. 66). Goles: 1-0- M. 18. Centro de Javi González y Guerrero cabecea a la red. 1-1. 45. Julio Salinas empalma un cabezazo de Eggen. 2-1. M. 62. Carlos García empuja desde el área pequeña un centro de Javi González. Árbitro: Puentes Leira. Amonestó a Contra y Alkorta Unos 30.000 espectadores en San Mamés. Guerrero consiguió el gol número 100 con el Athletic. Julio Salinas se despidió del fútbol activo y Luis Fernández y Ferreira, de la afición de San Mamés. El Alavés malgastó una oportunidad para ser subcampeón, que habría alcanzado con la victoria. Un espectador saltó al terreno de juego al término del partido para consolar a los jugadores alavesistas.

La historia sentimental se escribía con todos sus matices. Mané alineó a cuantos vizcaínos tenía a su alcance (Salinas, Azkoitia, Karmona) y Luis Fernández a cuantos se definen por su ambición. Javi González (un ex alavesista) y Guerrero (en busca del centenario) se propiciaron su homenaje particular.

Pero estaba Julio Salinas, un futbolista que se despedía ayer del fútbol y que reclamaba su particular puerta grande en el estadio que se la abrió a principios de los ochenta. Salinas fue fiel a su historia: marcó el empate en el descuento de la primera parte, en posición de fuera de juego y aprovechando un cabezazo voluntarioso de Eggen que nadie entendió como peligroso menos el ilustre goleador de la la Liga española. Se anticipó a la tropa y dejó su sello con una semivolea irreparable que devolvía al Alavés al partido y a la caricia de la gloria.

Salinas alteró el rumbo del partido y despabiló a un Alavés que nació mortecino y obligó al Athletic a disfrutar del partido más cómodo de la temporada. El Athletic atacaba por inercia, animado por la falta de presión de un Alavés medroso y un tanto ecléctico.

Salinas, frenético, se echó la responsabilidad personal y colectiva a la espalda, promoviendo un tensión ofensiva sólo comparable a la desatención defensiva. Conclusión: Carlos García empujó un balón a la red en el área pequeña mientras la defensa alavesista leía un libro. Antes, el colegiado miró para otro lado ante un derribo a Imaz en el área y después Ibon Begoña malgastó una ocasión placentera que rozó el poste. En ambos casos destrozó su momento estelar: la oportunidad de alcanzar la Liga de Campeones a la que le invitaban el resto de resultados. Fue un tratado de impotencia entre un equipo agobiado por las circunstancias y otro feliz por el final del martirio. El Alavés no supo ganar y el Athletic no quiso perder. Los aficionados alaveses se resarcieron con gritos de "Real, Real", los del Athletic con las despedidas emocionales. Al Alavés le hicieron el envoltorio del éxito, pero no metió nada dentro.

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