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La Real pospone su tranquilidad El Málaga, con dos goles espléndidos de Catanha y Musampa, equilibra un marcador adverso

Todo se puso a favor de la Real. La derrota del Betis se unía la actitud obtusa del Málaga, empeñado en convertir su estilo revolucionario en una suerte de equipo convencional y reiterativo. Incluso el marcador le guiñó el ojo en dos ocasiones para ratificar la permanencia y sellar lo que Javier Clemente ha definido como "el final de suplicio para Guipúzcoa".Tendrá que esperar. Entre otras cosas, porque el Málaga, aún distante de su personalidad natural, mantiene algunos rasgos característicos. Catanha cabeceó en una ocasión y lo hizo con la majestuosidad que le caracteriza. Musampa, aquel suplente de lujo del Ajax, sólo necesitó dos minutos de juego para enviar a la red un libre directo. Lo hizo como quien lava: suave y colocado junto al poste que guarecía la barrera.

REAL SOCIEDAD 2MÁLAGA 2

Real Sociedad: Alberto; Rekarte (De Pedro, m. 62), Fuentes, Pikabea, Gurrutxaga, Aranzabal; Koklov, Gómez, Aranburu (Mutiu, m. 74); De Paula (Idiakez, m. 75) y Jankauskas.Málaga: Contreras; Rojas (Sandro, m. 45), Larrainzar, Fernando Sanz, Valcarce (m. 77); Ruano (Roteta, m. 82), Movilla, De Los Santos, Rufete; Darío Silva y Catanha. Goles: 1-0. M. 18. Khokhlov cabecea un libre indirecto efectuado por Aranzabal. 1-.1. M. 51. Catanha cabecea un centro de Sandro. 2-1. M. 65. Pikabea marca de cabeza tras un saque de esquina de De Pedro. 2-2. M. 79. Musampa transforma de forma impecable un libre directo. Árbitro: Díaz Vega. Amonestó a Gurrutxaga. Unos 28.000 espectadores en Anoeta

También tendrá que esperar la Real por sus propias diferencias con el gol. A Jankauskas, su salvador particular, se le han agotado las estampitas y ya ni siquiera asoma por el área. De Paula parece más eficaz cuando actúa por sorpresa que cuando lo hace como titular. Ayer tropezó con su insolvencia y con Contreras en dos ocasiones pintiparadas.

La Real se desgasta, combina con solvencia, gracias a la inteligencia natural de Aranburu para elegir siempre la mejor opción, y presiona con una voracidad que agota al más paciente. Pero sus combinaciones mueren en el área con demasiada mansedumbre. El desacierto o la indisposición le persiguen salvo cuando encuentra la colaboración del rival en el juego aéreo. El Málaga no es un ejemplo a seguir en esa faena. Los dos goles de la Real fueron el producto de la abulia defensiva malaguista a balón parado. Koklov cabeceó tras el fracaso defensivo consecutivo de Darío Silva y De los Santos, dos futbolistas acreditados en esos menesteres. En el gol de Pikabea se dieron la mano la dejadez defensiva y la casualidad. El central guipuzcoano remató sin mirar, encorvado y casi tropezó con el balón cuando se esperaba un despeje defensivo.

El problema de la Real es el balance. La presión es imposible durante la totalidad del partido y cuando baja el pistón, el rival, a poco acreditado que sea, le come el terreno y le mete en apuros.

El Málaga dispone de argumentos incluso en momentos de escasez. Se pasó todo el partido buscando a Rufete, un futbolista determinante, pero ayer demasiado pegado a la cal de la banda, y encontró el gol por la derecha. Sandro le puso el balón a Catanha y el hispano brasileño cabeceó con toda la inteligencia de que es capaz un goleador en racha.

El Malaga aceptó el toma y daca propuesto por la Real y en su beligerancia encontró el partido que buscaba. El conjunto de Peiró tiene las ideas claras y apenas necesita un par de metros para ponerlas en práctica. La Real se los dio en la segunda mitad, cuando le faltó el aliento y equilibró el juego y el resultado.

A la Real le falta tacto y le sobra ansiedad. Su estado de necesidad para acabar con el suplicio de la Liga le nubla las ideas y le desvía sus buenas intenciones. La paz tendrá que esperar. El Málaga le rompió las previsiones matemáticas.

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