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Un catalán en la intimidad

Los madrileños tendrán todo pagado en Cataluña el día en que hablen catalán, aunque sea en la intimidad. O, al menos, no será porque no lo va a intentar el pregonero de las fiestas del Dos de Mayo de la Comunidad de Madrid, el escritor Manuel Vázquez Montalbán. Fue una promesa que, solemne y ante testigos tan ilustres como el presidente de la Comunidad, Alberto Ruiz-Gallardón, hizo el creador de Pepe Carvalho.El de ayer fue lo que se dice un cálido acto. Y eso que falló el público. El número. No acudió tanta gente como la prevista. Así que, visto lo visto, a las siete y media -minuto arriba, minuto abajo- empezaron a recoger las sillas para evitar la desolación del vacío. Quizás se habían puesto demasiadas. Quizás la tarde se había metido en otras aguas. A esa hora estaba anunciado el comienzo del pregón. En la calle -y allí mismo- la gente andaba en otros asuntos. José María Aznar había anunciado hacía nada su Gobierno. Alguna sorpresa. Ruiz-Gallardón y el pregonero no llegaban.

A las siete y cuarto había entrado Adolfo Marsillach, silencioso. Bufanda marrón, sombrero en mano, sonreía mientras contestaba amable a los saludos. Luego, Nuria Espert, elegante y bella. Luego... gente. En Madrid siempre hay gente ociosa a cualquier hora y para todo.

A las ocho menos cuarto, rumores. Ruiz-Gallardón, rodeado de sus consejeros, entraba, por fin, con Manuel Vázquez Montalbán.

El presidente se lo adelantó al pregonero: "Alguien ha escrito que ésta no ha sido una elección políticamente correcta". Pero él justificó la presencia del escritor catalán tanto desde la visión de una "sociedad que deber ser crítica, aguafiestas de la comodidad", como desde la "condena" a entenderse entre Madrid y Cataluña.

Y lo cierto es que hay en las fiestas de ambas comunidades muchos puntos en común. El primero, tal vez, el haber hecho -como canta Serrat hablando de Cataluña- de una derrota su fiesta nacional. Cuando Vázquez Montalbán habló del Dos de Mayo reivindicó "otros dos de mayo, cuando Madrid se alzaba en defensa de la legitimidad democrática".

Había dicho Ruiz Gallardón, poco antes, que la elección del escritor catalán "destaca la condición de Madrid como Comunidad plural". Y Vázquez Montalbán habló de ese Madrid "liberal en el mejor sentido de la palabra liberal", ese Madrid cantado por Pepe Blanco y Sabina, dibujado y escrito por Baroja y Mesonero Romanos y Umbral y Gómez Rufo. El Madrid de un millón de cadáveres de Dámaso Alonso. El Madrid de la movida, el de Tierno Galván, el de los ejecutivos de Internet y el que tiene que afrontar "el desafío de la globalización sin perder lo diferente".

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No engañó a nadie el "polaco en la Corte del rey Juan Carlos". Había advertido que se había visto obligado a "zambullirse en el costumbrismo madrileño" para prologar las Memorias de un setentón, de Mesonero Romanos. Sin duda, una buena zambullida. Porque el creador de Pepe Carvalho dio una auténtica y sesuda conferencia, desde el costumbrismo al casticismo y desde el Madrid nostálgico y sentimental del chotis y el del cuplé al Madrid que tanto había hecho "por la construcción de la razón democrática", que tanto había contribuido al "esplendor cultural" de la República".

Para el 2000 reivindicó un Madrid que tiene que asumir la "diferencia gallega, vasca y catalana", capaz -bromeó- no sólo de entender estas lenguas, sino, incluso de "hablarlas en la intimidad". Broma por broma contó que un humorista catalán, Francesc Pujols, ante la derrota republicana y el exilio, afirmó: "Llegará un día en que los catalanes, por el simple hecho de ser catalanes, lo tendremos todo pagado en todas partes". A pesar de todas las transferencias conseguidas por Pujol eso no se ha conseguido, lamentó. Pero prometió que el día en que los madrileños hablen catalán, aunque sea en la intimidad, él hará todo lo posible para que, al menos en Cataluña, los de Madrid lo tengan todo pagado.

Oído barra.

'Dioses o bestias', en el Templo de Debod

Un espectacular montaje escénico sorprenderá mañana a los madrileños en el Templo de Debod, dentro de la programación de las fiestas del Dos de Mayo. A partir de las 22.30, seis actores de la compañía valenciana Xarxa Teatre, aupados en una estructura metálica de diez metros de alto, representan su montaje Deus o bèsties (Dioses o bestias), en el que recrean el mito de la divinidad del toro y su posterior caída y muerte, semejante a la de tantos dioses de quita y pon que crea y destruye la voraz sociedad mediática.Con efectos de luces, ocho músicos que en directo interpretan 21 temas a lo largo de una hora, y un despliegue pirotécnico fundamental en todo el entramado narrativo, Xarxa Teatre recorre la historia del toro como dios, desde los cultos a Mitra, pasando por los mitos que el cristianismo incorporó a sus celebraciones, como el toro de San Marcos, el toro embolado tan típico en la Comunidad Valenciana, el sur de Cataluña o el Bajo Aragón, o el toro nupcial de Extremadura.

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