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La policía asalta con explosivos la casa del ex primer ministro eslovaco

Varias decenas de policías eslovacos, en uniforme de combate, realizaron el jueves una operación de comando con explosivos, digna de una película de guerra, contra la residencia privada del ex primer ministro Vladimir Meciar, de 57 años. La acción policial para detener al antiguo hombre fuerte de Eslovaquia se justificó por su negativa a declarar en el procedimiento por su presunta intervención en el secuestro del hijo de un rival político.

La espectacular acción de fuerza constituye el último episodio de la lucha feroz que enfrenta a Meciar, que perdió hace año y medio la jefatura del Gobierno de Eslovaquia, con su sucesor en el cargo, Mikulas Dzurinda, que dirige una coalición de partidos de izquierda y derecha más el de la minoría húngara.La operación policial contra el domicilio de Meciar duró casi tres cuartos de hora y conmocionó la pequeña ciudad balneario de Trencianske Teplice, situada cien kilómetros al norte de Bratislava. El ex primer ministro vive en un edificio de arquitectura futurista. Policías enmascarados irrumpieron en el lugar de los hechos en medio de un tremendo ulular de sirenas lanzándose desde sus vehículos. Al no abrir nadie la casa, la policía la tomó al asalto después de volar la puerta con explosivos.

Un periodista eslovaco declaró que Meciar pidió a los policías la orden que justificase su intervención. La respuesta fue que tal documento no era necesario. Meciar, un coloso que fue boxeador en su juventud, gritó a unos cincuenta partidarios que se habían congregado ante su casa: "No temáis por mí, porque yo no temo nada". La agencia Reuters informa de que una mujer comentaba: "Lo detuvieron en vísperas de la Pascua, como a Jesucristo". Algunos, con los ojos llenos de lágrimas, gritaban: "¡Vergüenza, vergüenza. Vivimos en un estado policial!".

Según su portavoz, Marian Kordos, "Meciar se dejó detener sin oponer resistencia". Con una fuerte escolta policial, lo condujeron a Bratislava en un coche con cristales oscuros. Las otras personas que se encontraban en la casa, algunos diputados del partido de Meciar, el Movimiento por una Eslovaquia Democrática (HZDS), "fueron obligados a tirarse cuerpo a tierra como si se tratase de vulgares delincuentes. Para Kordos, la acción policial es "una demostración de una brutalidad extrema y las más grosera utilización abusiva de la policía con fines políticos".

La justicia había convocado a Meciar para testificar en dos causas abiertas por presuntos delitos cometidos durante su mandato y en las que se le implica. Se trata del rocambolesco secuestro, realizado el 31 de agosto de 1995 en Viena, de Michael Kovac, hijo de su archienemigo político, el antiguo presidente de Eslovaquia. Además, se acusa a Meciar por pagos bajo cuerda realizados a antiguos ministros.

Meciar se había negado a prestar declaración e incluso a recibir las citaciones con el argumento de que esos delitos se encuenntran amnistiados. El actual Gobierno revocó la amnistía concedida por Meciar, que considera anticonstitucional la anulación.

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Tras dos horas y cuarto de detención en la sede de la policía en Bratislava, Meciar, que se negó a responder al interrogatorio, abandonó el edificio en medio del clamor de sus seguidores que se habían congregado allí. Algunos blandían pancartas con el texto: "El Estado policial es el paraíso de Dzurinda".

El presidente de Eslovaquia, Rudolf Schuster, calificó de "inadecuada" la operación de comando para detener a Meciar y afirmó que la policía actuó "con demasiada precipitación". Según Schuster, "Meciar se equivoca en no testificar, pero, como ciudadano, tiene el derecho a decidir y nadie puede dictarle lo que tiene que hacer".

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