"Cánovas es el antecedente ideológico remoto de Aznar"
El profesor de historia Elías de Mateo Avilés (Málaga, 1958), acaba de publicar una sucinta y amena biografía de bolsillo del malagueño que ha llegado más alto en la política española: Cánovas del Castillo. Con esta obra, la editorial Sarriá abre una colección de malagueños ilustres.Pregunta. Dice que Cánovas no ha tenido suerte como personaje.
Respuesta. Le achacaron a él solo el problema del caciquismo, y no es cierto. En la dictadura de Primo de Rivera lo rechazaron por liberal. En la II República, por monárquico. Franco lo postergó por defender el liberalismo y los partidos políticos. Adolfo Suárez negó afinidades con él. Sólo Fraga defendió la renovación política e ideológica que supuso, creando desde el PP la Fundación Cultural Cánovas. En la época socialista también se le silenció. La suerte que ha tenido es que ha coincidido el centenario de su muerte [1997] con la estancia en el poder del PP.
P. ¿Aznar es canovista?
R. Cánovas es el antecedente ideológico remoto del PP y de Aznar, que seguro que lo lee. Pero recuerde que Cánovas es del siglo XIX.
P. ¿Cree que Málaga tiene cuentas pendientes con Cánovas?
R. El centenario ha servido para que Unicaja publique sus obras completas y el Ayuntamiento ponga su estatua en un lugar visible . Pero la asignatura pendiente es la recuperación definitiva de su casa natal que se encuentra completamente abandonada .
P. Describe a Cánovas como un hombre muy feo...
R. Era un señor bizco, miope, pequeñito y desarreglado. Tenía la chaqueta siempre llena de manchas. Eso sí, tenía fama de mujeriego. Le gustaban las mujeres jóvenes, guapas y ricas.
P. ¿Y las seducía?
R. Sí, por la labia. Como orador no usaba un estilo florido, iba al grano de las cosas. Tenía una capacidad de trabajo inagotable y exquisita educación.
P. ¿Sus virtudes políticas?
R. No tenía apego al poder. Era buen negociador. Nada prepotente. Siempre quiso apartar a los militares de la política. Es el hombre que crea la figura del rey soldado que ha asumido hoy Juan Carlos I.
P. Pero demócrata no era...
R. No creía en el sufragio universal. Pero su gran aportación es que hace un sistema que puede irse modificando y perfeccionado.
P. ¿Qué opinaba del marxismo?
R. Lo rechazaba absolutamente. Era un pragmático. Suya es la frase "la política es el arte de lo posible".
P. De su época, Galdós destaca la figura del cesante. ¿Permanece ese espíritu en España?
R. Hombre, en aquella época el clientelismo político era absoluto... Pero creo que, en parte, sí.
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