Renovación democrática, renovación andalucista

Una lectura sosegada de los resultados de las últimas elecciones parece demostrar dos tipos de conclusiones. Una, de carácter general, sería la clara apuesta de la sociedad española por una renovación democrática de los aparatos de los partidos. Otra, de carácter autonómico, demostraría que el electorado andaluz ha dado un visto bueno a la continuidad del modelo de gobierno en coalición de la anterior legislatura, cuyo balance será objeto de una próxima reflexión.Probablemente la más difícil de traducir en hechos concretos sea la primera. Los aparatos dirigentes de los partidos se mueven frecuentemente según sus propios y personales intereses, completamente alejados de los vientos de regeneración democrática que vienen de la sociedad. Y esta exigencia de renovación es particularmente intensa en el Partido Andalucista, un partido que durante la última década ha buscado más bien su estabilización, y ha mostrado escasa sensibilidad hacia las demandas de renovación y apertura de sus estructuras y de su discurso.

En esta coyuntura, parece evidente que el mejor servicio que algunos dirigentes del PA podemos hacer al andalucismo es colocarnos en un segundo plano, para dejar que las nuevas generaciones puedan asumir un mayor protagonismo, asegurando una mayor apertura del partido a la sociedad.

Pero esta apuesta no cuenta al parecer con el apoyo de los más rancios dirigentes del aparato, quienes, como sucede en el PSOE, están diseñando todo tipo de estrategias para asegurar su propia continuidad, bloqueando las perspectivas de una auténtica renovación.

El Partido Andalucista debe salir de su cultura de supervivencia, y enfrentarse al desafío de configurar una oferta mayoritaria en Andalucía. Debe dejar de ser un partido patrimonializado y controlado por un conglomerado de intereses que se alimenta de la especulación urbanística como recogen en estos días periódicos y revistas de difusión nacional, y velar sus armas para encarar un futuro de grandes cambios históricos, donde los intereses de los aparatos tendrán que rendirse ante el aire fresco que viene de la sociedad y de las nuevas generaciones.

El PA debe ser un partido sin miedo a crecer electoralmente, donde el aparato dirigente no sea un freno a su potencial de crecimiento, como ha sucedido en la pasada convocatoria. Porque es contrario a la lógica democrática que algunos dirigentes pretendan consolidar sus posiciones a costa de frenar el crecimiento electoral del partido.

Las orientaciones hacia el cambio social que proceden del electorado no pueden ser dejadas de lado por un partido como el Andalucista, que siempre ha pretendido colocarse a la vanguardia de la renovación ideológica, y que debe aspirar a configurarse como una alternativa de futuro para la política andaluza.

Sólo un Partido Andalucista renovado y abierto democráticamente a la sociedad, sin espacios opacos ni intereses ocultos, podrá estar en condiciones de convertirse en un elemento motor de nuestra tierra, al servicio de la gobernabilidad y el progreso efectivo de Andalucía. Y sólo desde esa auténtica renovación democrática del andalucismo será posible dar garantías suficientes a un gobierno estable de la Junta.

Pedro Pacheco Herrera es vicepresidente del Partido Andalucista y alcalde de Jerez.