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FÚTBOL 32ª jornada de Liga

El Rayo Vallecano se consagra en la 'Catedral' apelando al raciocinio

Probablemente, el Rayo se salvó en San Mamés con un ejercicio de raciocinio y buena disposición. Probablemente, el Athletic volvió al hotel de los líos por un ejercicio de testarudez, a mitad de camino entre las levitaciones de los entrenadores prestidigitadores y de su propio ejercicio de la libertad. Realmente, el Rayo ganó porque tuvo cordura, un buen porcentaje de sensatez y las dosis necesarias de suerte para capear el temporal. En la primera mitad, el Rayo llegó tres veces a la portería del Athletic y obtuvo dos goles y un tiro al poste (de Poschner) que no fue gol por las indescifrables teorías sobre el efecto del balón cuando golpea contra una masa compacta.El Athletic era una pantomima, un producto de la imaginación de un Luis Fernández relajado, condenado a sus obsesiones (eso de repetir equipo y demás zarandajas), con Guerrero y Urzaiz en el banquillo y cinco defensas en el campo. Para rizar el rizo de la imaginación, el técnico dimisionario del Athletic decidió otorgar a Roberto Ríos, el discutido, dos papeles: uno marcar a Canabal, otro hacer de Julen Guerrero, cuando atacaba su equipo. La estrategia del patetismo. Un malabarismo.

ATHLETIC 1RAYO VALLECANO 2

Athletic: Lafuente; Larrainzar (Guerrero, m. 59), Roberto Ríos, Carlos García, Lacruz, Felipe (Edu Alonso, m. 45); Urrutia, Alkiza, Tiko (Urzaiz, m. 71); J. Etxeberria y Ezquerro.Rayo Vallecano: Lopetegi; Cota, Amaya, Hernández, Alcazar; Michel (Pablo Sanz, m. 38), Poschner, Helder (Ferrón, m. 58), Llorens (Lluis Cembranos, m. 69); Bolo y Canabal. Goles: 0-1. M. 3. Canabal gana la acción a Ríos en la línea de fondo y su pase lo remata Michel. 0-2. M. 37. Penalti, por mano de Ríos, que transforma Llorens engañando a Lafuente. 1-2. M. 49. Ezquerro aprovecha un pase interior de Joseba Etxeberria. Árbitro: Carmona Mendez. Amonestó a Cota, Amaya, Lopetegi (por pérdida de tiempo), Hernández y al entrenador del Rayo Vallecano, Juande Ramos, al efectuar un cambio. Unos 30.000 espectadores en San Mamés.

Y mientras, el Rayo a lo suyo, a combinar con un cierto orden. Canabal se fue una vez de Ríos y fue gol de Michel. Canabal se fue otra vez de Ríos y el central rojiblanco estiró el brazo para atrapar el balón. Bien es cierto que el colegiado, a pocos metros, le endilgó la responsabilidad (a instancias de Lopetegi) al juez de línea, a muchos metros. Pero la mano no permitía duda alguna. Luego llegó el gol de Ezquerro. Una anécdota, fruto de la impotencia.

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