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FÚTBOL 32ª jornada de Liga

El Alavés se atraganta otra vez y lleva cuatro jornadas sin ganar

Ni el Alavés ni el Espanyol sacaron nada en claro de Mendizorroza. Los jugadores de Mané corroboraron sus problemas con el gol y, después de cuatro jornadas sin ganar, ya se ven menos sobrados. Están perdiendo demasiadas oportunidades. El equipo de Montjuïc ni hizo ni dejó hacer, y se conformó con un empate que ni le asegura absolutamente la permanencia ni le incluye en la lista de espera europea.Es decir, nadie quedó contento. El público, tampoco. Porque debió tragarse un partido de aglomeraciones y poca circulación. Si además el atasco no se compensa con algún gol que anime la tarde, el descontento crece. El Alavés estuvo más cerca de dar un revolcón al partido, pero Javi Moreno, muy insistente aunque ineficaz, no acertó. Los demás sólo miraron.

ALAVÉS 0ESPANYOL 0

Alavés: Herrera; Contra, Karmona, Téllez, Torres Mestre; Morales (Magno, m. 46), Astudillo, Pablo, Ibon Begoña (Julio Salinas, m. 66); Nan Ribera (Azkoitia, m. 73); y Javi Moreno.Espanyol: Cavallero; Cristóbal, Nando, Soldevilla, Roger; Navas, Sergio (Martín Posse, m. 71), Galca, Arteaga; Velamazán; y Serrano (Manel, m. 64). Árbitro: Rodríguez Santiago, del colegio castellano-leonés. Amonestó con tarjeta amarilla a Galca, Roger, Astudillo, Torres Mestre, Contra y Soldevilla. Unos 17.000 espectadores en Mendizorroza.

El choque fue de menos a más, aunque se movió demasiado por los derroteros del rigor táctico. Y eso que hubo elementos emocionales que podían indicar una tarde de sentimientos. No fue así. Ni Serrano, ni Nan Ribera, ni Morales se salieron del guión marcado en el partido, encorsetado por el miedo del Alavés a perder lo que tantas semanas le ha costado conseguir y por la seguridad del Espanyol en su creciente autoestima. Nan Ribera fue quien más enredó de ellos tres, pero el efecto sentimental no dio mucho de sí.

Hubo que recurrir al juego en las bandas para encontrar alguna salida al laberinto. Arteaga y Javi Moreno lo buscaron con insistencia y, de hecho, sólo ellos pudieron aportar algo positivo. Poco. El partido se embarulló, ayudado por algunas disfunciones en el otras veces organizado entramado del Alavés. Así, el equipo albiazul acusó la baja forma de Téllez, anímicamente más timorato que de costumbre y físicamente tocado. Jugó infiltrado y la defensa se resintió. Sólo se salvó porque Herrera y sobre todo Karmona rayaron la perfección y repararon lo que él estropeó en varias ocasiones.

El Alavés, para su suerte, contó según avanzaba el partido con la colaboración del Espanyol. Los jugadores de Flores se percataron de que entrar en un tuya-mía entrañaba riesgos y acabaron refugiándose en la seguridad de su defensa, lo más seguro del equipo.Con un rival tan poco entusiasmado, al Alavés no le quedó otro remedio que ir adelantándose minuto a minuto hasta que, al borde del final, terminó en el cogote de Cavallero.

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