Alejandro Sanz y José Miguel Carmona arropan a Niña Pastori en su disco más maduro y templado
Ya no es la adolescente de 17 años que chillaba "Tú me camelas", ni la jovencita de 19 que pedía a su prima que le echara una mano porque venía su novio a verla y estaba tan nerviosa que no sabía qué vestío ponerse. Niña Pastori tiene 22 años, ha crecido, ha viajado, sabe lo que ponerse y la voz le ha cambiado. El resultado es que Cañaílla, su tercer disco, enseña una cantante más madura, más hecha, más dolida y más templada. Tangos, rumbas, alegrías, bulerías y baladas dan forma al disco, que coproducen Alejandro Sanz y José Miguel Carmona.
Un tercer productor, Emanuele Ruffinengo, que lo suele ser de Alejandro Sanz y se encarga de los pianos, teclados y efectos de cuerdas, colabora en Cañaílla, un disco que parece hecho entre amigos y en el que aparecen también Vicente Amigo (que firma y canta en las bulerías que abren el álbum), Moraíto Chico y su hijo Diego (las guitarras de ese mismo tema), Alejandro Sanz (segunda voz en el primer single, Cai) y un largo etcétera, que mezcla lujos andaluces y madrileños, como Chaboli en la composición y la percusión, Antonio Carmona en el cajón, Diego Carrasco haciendo palmas y coros, la guitarra de El Paquete o el violín de Bernardo Parrilla.La fraternidad flamenca sin fronteras, desde Puerta de Tierra hasta Cascorro, unida en torno a Niña Pastori.
Un síntoma claro de que María Rosa es ya una más, después de haber sufrido la incomprensión de la cátedra y un nivel parecido de envidia insana, pero humana, ante el tremendo pelotazo de sus dos primeros discos, que suman un total de 420.000 copias (150.000 del primero, 270.000 del segundo).
Ahora, la niña tiene 22 años, se encuentra "menos noble que antes y menos niña"; y si no más madura, "porque para la madurez hay que tener 40", sí parece dispuesta a mantener ante cualquiera que esto es lo que ella quiere hacer, que éste es su camino, su verdad: "Estoy luchando por mantenerme como artista, por aprender, por demostrar que esto es lo que me corre por la sangre. Subir al escenario es mi vida, eso lo tengo claro, y creo que en el disco eso se nota. Igual que los otros reflejaban cómo era en cada momento, éste refleja cómo soy ahora, cómo he sido a los 21 y a los 22 años, porque cumplí años mientras lo grababa. O sea, que siempre he sido honesta conmigo misma".
Pastori se ve ahora con la voz "más grave y más hecha". Y dice que ha aprendido muchas cosas, que sigue a muchos artistas -"el flamenco es mi droga, pero también escucho a Manolo García, a Luz Casal, a Luis Miguel..."-, que ha visto muchos conciertos viviendo en Madrid.
Allí se ha grabado Cañaílla, un título que, aparte de utilizar el gentilicio más sabroso del mundo, es casi una declaración de principios. "Los de La Isla somos de Cádiz, pero a la vez somos de San Fernando, y eso quiere decir que somos especiales. Cambia el habla, entre otras cosas. Pero la alegría es la misma. La alegría que tiene esa tierra no la tiene otra; Sevilla es muy andaluza, pero Cádiz es muy especial".
Niña Pastori está contenta sobre todo porque durante la grabación del disco hubo "mucha presión" pero un ambiente estupendo. "Los discos siempre son duros, porque te metes en el estudio a las 4 de la tarde y sales a las 2 o las 3 de la mañana, pero esta vez ha sido diferente. Había muchos amigos, gente que me quiere, y eso da tranquilidad, puedes repetir lo que haga falta, escuchar un tema hasta aburrirte, y además pasas ratos buenos La bulería que abre el disco, por ejemplo, la grabamos en directo, a las 4 o las 5 de la madrugada, y nos réimos mucho".
Hay un texto de María Rosa, que aparece en el cuadernillo del disco, que da idea del estado de ánimo que ha ido viviendo la artista en estos años. Es una despedida y un agradecimiento a una persona, pero no se dice a cuál. "Se llamaba Joaqui", explica ahora, "y murió el verano pasado. Fue como mi segundo padre. Como digo ahí, sé que nunca voy a conocer una persona igual. En San Fernando todo el mundo lo adora. Ha ayudado a muchos artistas jóvenes, y a mí me apoyó mucho, me cuidó como nadie. Por eso quería dedicarle el disco".
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