Agua y pobreza

El pasado día 22 de marzo, fecha en que se celebraba el Día Mundial del Agua, escuché por la radio una de esas noticias que se le quedan a uno grabadas en la memoria por el resto de su vida. En Kenia, varias personas se vieron obligadas a pelear contra tres o cuatro familias de monos, cuando se disponían a hacerse con mínimas reservas de un bien cada vez más escaso en nuestro planeta: el agua.En casa, a mi perro se le rellena todos los días su recipiente de agua para que pueda disponer de ella cuando le venga en gana. En Madrid, las restricciones de agua llevadas a cabo de vez en cuando en el sur de España nos quedan alejadas. Siendo esto así, no sabría cómo explicar lo que se le pasa a una persona por la cabeza al comprobar que hay lugares en el mundo donde las personas no sólo no pueden dar agua a sus animales, sino que, además, se ven obligadas a luchar contra ellos tan sólo para sobrevivir.

Trato de imaginar tan grotesca escena, pero estoy seguro de que ninguna de las imágenes que se me vienen a la mente alcanzan el dramatismo que puede deparar la realidad: el animal teóricamente superior luchando contra otros en teoría sometidos con el paso del tiempo. En situaciones como la descrita debe de ser difícil distinguir una especie de otra, pues en esos momentos el instinto es dueño y señor de cada uno de los actos del necesitado que lucha por su supervivencia.

Es increíble cómo la raza humana ha conseguido sobreponerse al resto del reino animal y, a la vez, ha sido incapaz de informar a todos sus miembros de lo privilegiado de su situación. Ni le ha avisado ni le ha proporcionado argumentos o medios para que el subdesarrollado se dé cuenta por sí mismo de su pertenencia al mundo animal dominante. Tal vez sea porque esa gente que se está muriendo de hambre y de sed pocas veces es vista entre nosotros como miembros de nuestra familia. Visto así, es muy posible que más de uno por aquí no se haya molestado en ver la diferencia entre los hombres y los monos de África.

El día en que los muertos de hambre de este planeta se den cuenta en masa de que la comida y el agua están a la vuelta de la esquina, es posible que sí nos ente-

remos de que lo que hay por el sur de la Tierra son, como nosotros, personas con derecho a vivir dignamente.-