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"No cabe esperar milagros", dice el primer ministro

A la 1.30 horas de hoy (hora local), Vladímir Putin compareció por fin ante los periodistas en el cuartel general de su campaña. No para cantar victoria (que eso no estaba aún claro), sino tal vez para cumplir la promesa que hizo al votar: que se acostaría pronto porque hoy tiene un duro día de trabajo, que incluye una reunión con el vicejefe de Gobierno, Mijaíl Kasiánov. Su mensaje fue muy claro: haya o no segunda vuelta, él seguirá trabajando con normalidad. El país no se puede permitir alegrías.Vladímir Putin no tuvo ningún reparo en reconocer que ni en su peor pesadilla se imaginó que un día participaría en una campaña presidencial, pero dijo en su descargo que, al menos, no ha prometido nada que no pueda cumplir desde el Kremlin.

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Según él, el alto porcentaje de votos obtenido por su rival comunista, Guennadi Ziugánov, se explica porque "hay mucha gente descontenta de la situación, cansada de sus difíciles condiciones de vida y que desea que las cosas mejoren".

"No cabe esperar milagros", afirmó, "sino analizar la situación, ver la forma de salir de la crisis y decirle a la población: Vamos a hacer esto, esto y esto". Por tanto, concluyó, "no hay que luchar contra los comunistas, sino en favor de la gente que les vota".

Putin, que presumió de no hacer campaña porque tenía cosas más importantes que hacer (gobernar Rusia) se las arregló para seguir en el candelero hasta en la jornada de reflexión del sábado. Ese día, acudió a un partido de fútbol en el estadio Luzhnikí de Moscú y fue recibido con una estruendosa ovación. Por cierto: el Spartak ganó por 3 a 1 al Alania de Vladikavkaz, capital de la república caucásica de Osetia del Norte, fronteriza con Chechenia.

Periodistas detenidos

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También el sábado, varios periodistas fueron detenidos en Minsk, la capital de Bielorrusia, junto con centenares de participantes en una manifestación de protesta contra el presidente Alexandr Lukashenko, al que la oposición tacha de dictador. Putin, partidario de desarrollar la unión entre Rusia y su vecino eslavo, se ocupó de lograr que los informadores rusos fueran liberados, una suerte no compartida por el resto de los detenidos.

Ayer, sin embargo, Putin, que acudió acompañado de su esposa a votar en el instituto Zelinski de física y química, en el barrio de Gagarin (en honor del primer astronauta ruso), no quiso hacer pronósticos "por respeto" a sus rivales, y se limitó a señalar que "en una batalla electoral, uno siempre debe confiar en el éxito".

Preguntado por sus planes para el resto de la jornada, dijo que se iría a la bania (baño ruso) y que se fustigaría allí con una rama de abedul, lo que no es ninguna penitencia sino una vieja costumbre en el país más grande del mundo.

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