Y un volcán en Hawai
El equipo español, como todos los equipos del mundo, recibió también este año la invitación. Un grupo de científicos de Hawai les invitaba a concentrarse a 2.300 metros, en las faldas del volcán (dormido) de Mauna Kea, a cambio de prestarse como sujetos para sus investigaciones. Material de primera. Los deportistas más finos y más sufridos. Tendrían que entrenarse al nivel del mar y dormir en altura. Tendrían que dejarse analizar la sangre y someterse a regulares pruebas de esfuerzo. Y, a cambio, aparte del ahorro económico, una magnífica preparación, buenos y nuevos glóbulos rojos, mejor trasporte de oxígeno y mejora en la ambición personal. Al final fueron 25 los que pasaron en Hawai el mes y medio. Hubo australianos, británicos, estadounidenses, de más sitios, pero no españoles."No podíamos renunciar a la competición ese tiempo", explica José Hidalgo, el presidente de la federación. Así, que a entrenarse en casa. Lo que tampoco está tan mal.
Dirigidos por Eduardo No, un pionero del triatlón que se licenció en Educación Física e hizo hasta tercero de medicina, y cuidados en el lado médico por Manuel Chamorro, un fisiólogo que también trabaja en el Real Madrid, el equipo español suele concentrarse en Lanzarote, y aunque Alonso, los hermanos Llanos e Iván Rana apenas bajan a Madrid, los demás utilizan la magnífica piscina cubierta de 50 metros del Centro de Alto Rendimiento del CSD para trabajarse su fondo a base de 30 kilómetros a la semana (los siete días, no hay libranzas); también se arriesgan por las peligrosas carreteras para cubrir sus entrenamientos de entre 300 y 400 kilómetros semanales, y los parques para hacer entre 60.000 y 80.000 metros cada siete días. Y por si fuera poco, tres días más tocan pesas en el gimnasio.