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30ª Jornada de Liga

Explosión del Zaragoza

Los aragoneses se aprovechan del desfallecimiento del Alavés y ganan en Vitoria con dos goles de Toro Acuña

El pulso de aspirantes resultó un homenaje al orden, con el consiguiente sacrificio del estilismo. Sí hubo emoción, pero no espectáculo. Uno, el Alavés, no pudo. Una prolongada inferioridad numérica se lo impidió. Otro, el Zaragoza, no quiso hasta el final, cuando el partido agonizaba. Racionó la ambición y sólo la administró en los últimos minutos. Y le surtió efecto. Cuando el rival ya no podía correr más, lo machacó en dos zarpazos que dibujaron un resultado irreal. El Alavés mereció más.Tratándose de las dos mejores defensas de la Liga, el partido nació destinado al imperio del achique. Pero como el fútbol guarda por suerte infinidad de imprevistos, hubo un imponderable que inutilizó las pizarras, sobre todo la de Mané. Para el minuto 18 había perdido a uno de sus jugadores más exportables, Téllez, y el partido dio un vuelco. El técnico del Alavés, obsesionado por la estabilidad, trató de minimizar el trastorno de la expulsión -fiel a la normativa aunque rigurosa- y sacrificó a un mediapunta (Begoña) por un defensa (Eggen). Era una cuestión de principios y prioridades.

ALAVÉS 0-ZARAGOZA 2

Alavés: Herrera; Contra, Karmona, Téllez, Torres Mestre; Desio, Pablo (Nan Ribera, m. 54); Magno (Javi Moreno, m. 67), Astudillo, I. Begoña (Eggen, m. 21); y Julio Salinas. Zaragoza: Juanmi; Pablo (Cuartero, m.43), Aguado, Paco, Sundgren (Yordi, m. 71); Acuña, Aragón (M. Vales, m.69), Garitano; Juanele, Vellisca; y Milosevic. Goles: 0-1. M. 81. Acuña, de falta directa, al golpear en Herrera. 0-2. M. 85. Acuña, desde la derecha. Árbitro: Megía, madrileño. Amonestó a Nan Ribera, Aragón y Yordi. Expulsó a Téllez (m. 18). 18.500 espectadores en Mendizorroza.

Podía pensarse en una acción-reacción del Zaragoza, pero no ocurrió así. El equipo de Txetxu Rojo siguió a lo suyo: sin riesgos, con su trío de pivotes (Acuña, Aragón y Garitano) a la espera de recuperar un balón y Milosevic y Juanele más a gusto cuanto más lejos de los centrales, con mucho juego entre líneas. El Alavés, a falta de un hombre, quiso más balón para reducir el desgaste. Pero nada reseñable sucedió hasta que se acercaba el descanso, cuando en dos minutos eléctricos Juanele estrelló el balón contra el larguero en un cabezazo y Julio Salinas falló en un mano a mano con Juanmi.

El Zaragoza, un tanto ruin y conservador, se negó a tomar el mando del partido. Prefirió la paciencia, esperar a que el Alavés desfalleciera y marcar dos goles sin solución de continuidad. Los marcó en los minutos que más duelen, en esos en los que el Alavés se había convertido en un maestro.

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