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30ª Jornada de Liga

El Madrid descarrila

El Rayo jugó mejor que el equipo de Del Bosque, que pierde casi todas sus opciones de ganar la Liga

Santiago Segurola

REAL MADRID 0-RAYO VALLECANO 0Todos los signos del Madrid actual quedaron confirmados en un partido lamentable, uno que vuelve a incidir en la falta de consistencia de un equipo incapaz de jugar bien dos partidos seguidos. Ni dos, ni uno. En un momento crucial del campeonato, el Madrid abandonó la persecución del título. O eso parece.El Madrid se labró su prestigio histórico por su atención al trabajo bien hecho. Se creó la mística de equipo indesmayable, con un apetito que no entendía de competiciones, rivales, fatigas o fatalismos. Di Stéfano fue el inductor de una ética del trabajo que resultó tan importante como la calidad de los jugadores para acumular títulos y alimentar la leyenda del equipo. Todo eso ha desaparecido. Ahora es tiempo de excusas y distracciones, de coartadas para justificar la desgana. El Madrid gana menos que antes, y en buena parte por su abandonismo. Por lo visto, con una angustiosa victoria sobre el Rosenborg -y la perspectiva de jugar frente al Manchester- se quiere justificar el absentismo que presidió el partido con el Rayo.

Real Madrid: Casillas; Míchel Salgado, Iván Campo, Karanka, Roberto Carlos; McManaman, Helguera (Baljic, m

52), Redondo, Guti; Zárate (Aganzo, m.73) y Raúl.Rayo Vallecano: Lopetegui; Cota, Amaya, Hernández, Alcázar; Helder (Pablo Sanz, m.73), Poschner, Michel I (Ferrón, m.53), Llorens; Bolo (Luis Cembranos, m.69) y Canabal. Árbitro: Losantos Omar. Amonestó a Hel-der, Zárate, Poschner, Míchel Salgado y Roberto Carlos. Unos 50.000 espectadores en el Santiago Bernabéu.

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La primera parte fue un atentado contra el fútbol. Al menos por lo que respecta al Madrid, que no tuvo interés alguno en estar a la altura de la importancia del encuentro. Entre otras cosas, estaba la posibilidad de perseguir al Barça en la lucha por el título. Posibilidad desechada de manera flagrante. Al Madrid le estimulan pocas cosas, y eso significa una pérdida de prestigio a chorros. En cambio, el Rayo estuvo a la altura de lo que se espera de un equipo acostumbrado a vivir entre estrecheces. A su dignísima actuación, le faltó calidad de algunos jugadores para solucionar el duelo. El Rayo superó al Madrid en casi todos los aspectos, especialmente en el arranque del duelo. Administró el balón con acierto y velocidad, frente a la inoperancia defensiva del Madrid. Karanka pasó una mala noche, pero lo mismo cabe decir de la mayoría de los jugadores. Sin noticias de Guti, de Helguera y hasta de Raúl, que debe estar hasta el gorro de rescatar a su equipo de partidos como el de ayer. En los demás se vio mucha confusión y poco juego. En el caso de McManaman, su actividad estuvo anulada por la desconfianza que se tiene. Un problema de estima que le ha convertido en un futbolista vulgar.

Con menos material, el Rayo apuntó pero no dió. Bolo desaprovechó una ocasión estupenda. No lo consiguió porque le aterrorizó la idea de marcar en Chamartín. Según se acercaba a la portería, se le encogía el ánimo. Ferrón fue más intrépido en otra llegada parecida, pero Casillas le adivinó el amague. Este Casillas merece un monumento. Por lo demás, sólo el Rayo pareció decidido a recordar que se trataba de un partido de fútbol, con sus pases y sus regates. El Madrid asistió a todo aquello sin mover una ceja. Entró a jugar sin ningún entusiasmo, sin el interés por llevarse una victoria que necesitaba urgentemente. Tanta dejadez levantó las protestas de la gente, que no tragó.

Sólo flaqueó el Rayo en la recta final del partido. Comenzó a especular y por poco pierde el encuentro, que es lo que solía suceder en Chamartín cuando a los equipos les entraba un ataque de pánico. Pero el Madrid funcionó sin luces desde el primer momento hasta el último minuto. Se tomó el partido sin interés y cuando quiso ganarlo fue demasiado tarde. La misma historia de tantas otras tardes. La historia de un equipo que ha perdido el sentido de la historia. De su historia.

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